La bendición del signo de Acuario, es la máxima equidad que alcanza el ser humano, una vez ha pasado ya por todos los puertos y ha surgido como gran vencedor de las dificultosas tareas que la vida le ha puesto para su avance. En este paso en el que Acuario, brinda su ser al sostenimiento de la conciencia humana, es cuando se pueden o no infringir todas las “reglas del juego”, es decir, es el arquetipo que tiene en sus propias manos, las posibilidades de triunfo que ningún otro tiene, o bien del más triste fracaso. Solamente, tiene que mostrarse como el más sabio adepto de todo el proceso. Es sólo entonces cuando se responsabiliza de ello, cuando el amor incondicional fluye a través de él o de ella, y desde esa fuente inagotable, sirve y nutre a todo el que se acerque a su camino. La magnitud de este potencial, no tiene límites.
Sabemos que cada vez que una era de Acuario se acerca, se rompe todo aquello que no tiene cabida en ella. Se trata de la disolución de todo tipo de poder, para que una vez el verdadero poder, se ha situado en su lugar, éste sirva como referente a todos aquellos que todavía no han finalizado el camino. Es por tanto Acuario una vida, de garantías de éxito y de posibilidades, sólo si hay fe. Cuando Acuario se presta a algo, pues es esta siempre su inercia, o lo hace de verdad y de corazón o pasa a ser un remilgado, un protestante y un contestatario, de cada acto que pone al servicio del otro, pues al no estar conectado a la fuente, cuando se mueve lo hace por puro interés. Tiene también la facilidad de caer en el servilismo y de intentar saciar al otro con su saber hacer, pero siempre esperando que el otro se lo agradezca y lo recompense de alguna manera. Mientras el acuariano o acuariana esté en esos falsos quehaceres, jamás tendrá nada positivo que obtener. Muchos soles en Acuario, vienen a aprender del egoísmo en el que han vivido en otras vidas. Acuario, te “obliga” de un modo u otro a ser servicial, a ser humanitario y a ser imparcial. Por tanto, Acuario, deberá brindarse al plan a través de la devoción y el amor. Desde su mayor poder personal, sin ningún vacío o necesidad que llenar. Sólo cuando esté completo, se erigirá como el gran vencedor de esta batalla por el trono. Entonces, tomará asiento desde su León y mostrará a todos su verdadera e indisoluble condición. Dedicada su tarea a Dios Padre/Madre, amparará el verdadero hogar para que todos lo puedan alcanzar. Esa será su gran satisfacción y en ese éxito sin juicio ni ambición, habrá alcanzado la meta. La Era en la que la humanidad al completo vamos a entrar, traerá esta diatriba excepcional, por ello unos estarán con la vida y otros, se alejarán. Eso será únicamente una decisión personal. Nadie podrá hacer el camino del otro y mucho menos decidir por el otro. Las muletas, los apoyos y todo tipo de dependencia, comenzará a formar parte del pasado. Entonces, toda la humanidad que así lo haya decidido, anclada en la verdad de sus corazones, caminaremos al unísono, haciendo al cielo brillar. La entronización de los seres humanos, será entonces una verdad tangible y palpable.