Poco podemos decir, que sin poder evitarlo no arranque un fuerte sentimiento de Amor de nuestro Corazón, al hacernos conscientes de que el proceso de Transformación Arquetípica Constelar, ha finalizado. Es cierto, que es una gran alegría para toda la conciencia colectiva, pero también es cierto, que tras esta gran transformación en la que la humanidad ha dado un salto cuántico, gracias a la maduración interior, mucho se mueve en todos los niveles. El día de hoy, celebraremos algo único, algo que jamás ha ocurrido, el pasado queda liberado de toda vinculación kármica. La gran posición es vivir en el presente para liberados del akásico, labrar un increíble futuro. La Luna, a quien se la conoce por el nombre de Selene, ya ha finalizado su andadura, habiendo entregado todo su Ser a nuestro crecimiento, ahora le toca retirarse y descansar. No tenemos palabras para agradecerle lo que ha hecho por todos nosotros, cada uno de sus días y noches. Por ello, Seshat, quiere dedicarle esta especial meditación, se trata de un regalo que le hacemos a Ella, para que sepa cuanto amamos su intensidad y cuan rica ha sido la experiencia, gracias a la magia del sentir. Con la Constelación de Piscis, se sintetizan, así mismo, todas las formas arquetípicas y de este modo, Piscis y el resto de Constelaciones, pueden regresar a su origen, portando consigo la experiencia terrenal, que han llevado a cabo a través de la expresión humano. Ha sido un interesante trabajo de riqueza mutua, nosotros hemos aprendido con ellas y ellas lo han hecho con nosotros. Eso es Amor en toda su extensión. Piscis, como Conciencia Colectiva, y por tanto representante del Todo y la Nada, sabe y tiene la capacidad de fluir con todo aquello que la vida le ponga a su alcance. Es la fuerza que siempre encuentra un lugar más elevado, más mágico y más lleno de posibilidades, que aquello que conoce. Es la fuerza que arrastra a la Conciencia a descubrir nuevos horizontes, lo hace principalmente a través de los sueños, pues como gran soñador, puede sorprender a todos con su sentido de lo mágico de los sentimientos. La Luna, nos deja en este día, Piscis, es decir, todos, la queremos acompañar. Alcione la está esperando y seguro que tras volcar toda su sabiduría, podrá libre marchar a otro mágico lugar, en el que continuar inundando con sus aguas a otras formas de vida. Gracias de todo Corazón Selene, por tu compañía.
Meditaciones Luna Llena
TRANSFORMACIÓN ARQUETÍPICA DE LAS CONSTELACIONES
AULA ALPHA - TEMPLE INANNA - ESCUELA COSMOSÓPHICA
SERIE: TRANSFORMACIÓN ARQUETÍPICA. CÓDIGOS DE LA NUEVA HUMANIDAD
Presentamos una serie de narraciones que se desarrollarán en la Nueva Tierra, historias sobre los procesos de transformación de la conciencia humana, relatadas por sus protagonistas. En estos relatos llenos de intención en la consecución de un nuevo paradigma, podremos sentir la gran capacidad humana, donde el amor incondicional, es el reflejo del duro proceso experiencial realizado.
Agradecemos que la información sea compartida. Equipo Seshat
Introducción a la Luna Llena de Piscis. Fin de la Experiencia Lunar
Poco podemos decir, que sin poder evitarlo no arranque un fuerte sentimiento de Amor de nuestro Corazón, al hacernos conscientes de que el proceso de Transformación Arquetípica Constelar, ha finalizado. Es cierto, que es una gran alegría para toda la conciencia colectiva, pero también es cierto, que tras esta gran transformación en la que la humanidad ha dado un salto cuántico, gracias a la maduración interior, mucho se mueve en todos los niveles. El día de hoy, celebraremos algo único, algo que jamás ha ocurrido, el pasado queda liberado de toda vinculación kármica. La gran posición es vivir en el presente para liberados del akásico, labrar un increíble futuro. La Luna, a quien se la conoce por el nombre de Selene, ya ha finalizado su andadura, habiendo entregado todo su Ser a nuestro crecimiento, ahora le toca retirarse y descansar. No tenemos palabras para agradecerle lo que ha hecho por todos nosotros, cada uno de sus días y noches. Por ello, Seshat, quiere dedicarle esta especial meditación, se trata de un regalo que le hacemos a Ella, para que sepa cuanto amamos su intensidad y cuan rica ha sido la experiencia, gracias a la magia del sentir. Con la Constelación de Piscis, se sintetizan, así mismo, todas las formas arquetípicas y de este modo, Piscis y el resto de Constelaciones, pueden regresar a su origen, portando consigo la experiencia terrenal, que han llevado a cabo a través de la expresión humano. Ha sido un interesante trabajo de riqueza mutua, nosotros hemos aprendido con ellas y ellas lo han hecho con nosotros. Eso es Amor en toda su extensión. Piscis, como Conciencia Colectiva, y por tanto representante del Todo y la Nada, sabe y tiene la capacidad de fluir con todo aquello que la vida le ponga a su alcance. Es la fuerza que siempre encuentra un lugar más elevado, más mágico y más lleno de posibilidades, que aquello que conoce. Es la fuerza que arrastra a la Conciencia a descubrir nuevos horizontes, lo hace principalmente a través de los sueños, pues como gran soñador, puede sorprender a todos con su sentido de lo mágico de los sentimientos. La Luna, nos deja en este día, Piscis, es decir, todos, la queremos acompañar. Alcione la está esperando y seguro que tras volcar toda su sabiduría, podrá libre marchar a otro mágico lugar, en el que continuar inundando con sus aguas a otras formas de vida. Gracias de todo Corazón Selene, por tu compañía.
Meditación Luna en Piscis
MEDITACIÓN FACILITADA POR: ESCUELA SESHAT COSMOSOPHIA
Comenzamos con la Meditación de la Luna Llena de Piscis, en el día de hoy 31 de Agosto de 2012…
Soy la posibilidad, también la probabilidad, Soy todo aquello que sueño Ser. Y a través de soñar, de imaginar, de vivir la magia y de sentir en profundidad, Todos en Unicidad caminamos para descubrir ese futuro que deseamos alcanzar. Yo Soy la expresión Sagrada del Amor Divino. Me uno al Padre y me uno a la Madre, pues Yo Soy el Hijo. Soy el Todo y la Nada, y aún así Soy, porque Vivo en ellos y por ellos Existo.
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso lentamente…
Solicitamos la presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Ante nosotros, se abre una gran puerta de intensa luz dorada, en su centro hay un vórtice energético, tan poderoso y amoroso que sentimos ganas de penetrar en su interior.
Al permitirnos ser absorbidos, accedemos a un espacio en el que el silencio es absoluto. Y en este silencio, respiramos mientras nos conectamos con nuestro cuerpo de Luz. Ante nosotros aparecen incontables imágenes, en las que son proyectados todos nuestros logros como seres humanos. Nos sentimos agradecidos y orgullosos, de haber conseguido ser la expresión de lo más inmenso y poderoso, nuestro Gran Ser Espiritual… ese que en realidad siempre fuimos nosotros…
Todo se produce en el más absoluto silencio. Sentimos nuestro Espíritu más anclado que jamás antes lo hubiéramos sentido. Sentimos nuestra completitud y nos fundimos profundamente con ese sentimiento. Es tanto el Amor y la paz por lo que estamos viviendo, que un extraño éxtasis nos abraza, produciéndonos un estado de Amor tan puro, que no existe nada más en el Universo capaz de provocar ese sentimiento tan profundo…
Es el abrazo de Dios Padre y Madre…
(pausa)
Tan pronto como sentimos que ya estamos en Hetram, algo muy poderoso, se ancla en nosotros. Se trata del poder del recuerdo, de la sabiduría de la memoria, del Corazón de la Dama que se entregó para que la Humanidad y el Cosmos, evolucionaran. Se trata del influjo de la Bella Dama Luna, la dulce y entrañable Selene.
Los niños y niñas, se muestran impacientes, quizás podríamos decir, más que nunca. Se miran con complicidad entre ellos y pícaros, nos cogen de la mano, para que los acompañemos.
Sentimos una alegría tan intensa, que sabemos que este día será muy especial. Cada uno de nosotros, va de la mano de un niño o de una niña de Hetram. Nuestro acompañante, nos pide que le miremos a los ojos, nos quiere dar su nombre. Lo hacemos. Nos miramos profundamente y así, en silencio, recibimos el nombre.
(pequeña pausa)
Buscamos ahora el lugar en el que vamos a realizar el último de los encuentros constelares. Un ápice de nostalgia nos provoca que nos emocionemos. El trabajo con los arquetipos constelares y con la Luna, va a llegar a su fin, pero tenemos la certeza de que algo muy mágico va a suceder tras este precioso día. Los niños y niñas, nos lo confirman.
El descubrimiento de Hetram no ha acabado todavía, sino todo lo contrario. Acaba de comenzar la mayor aventura, jamás antes vivida. La que trae consigo, el Amor Verdadero.
Es entonces cuando todos los seres del Reino Arco Iris, que nos han acompañado durante todos estos días, hacen acto de presencia, no se quieren perder lo que hoy suceda.
De repente, un apuesto y angelical caballero que no conocíamos, aparece. Viene muy bien acompañado, nos visita, con la chica de sus sueños. Se trata de aquella preciosa mujer en la que se convirtió la Dama Virgo, pues tras su transformación, ahora se puede ver a una hermosa y sencilla joven, enamorada de la vida tal y como es. La pareja, cogida con fuerza de la mano, nos saludan a todos. Los niños y niñas entonces, no pueden ocultar la emoción y entre saludos y risas, nos contagian a todos con todo su Amor.
Seguimos adelante. Parece que volvemos a penetrar en El Bosque, aquel en el que conocimos a Handirae y al Señor Duende. Esta vez, quizás, con un poco de suerte, los volvamos a encontrar.
Caminamos. La magia del Bosque, se apodera de nuestro Ser. Es imposible no rendirse a su saber. Una Luz intensa, invade el lugar y provoca que al caminar sobre esa tierra, la Luz se convierta en algo muy especial.
Seguimos paseando cogidos de la mano de nuestro niño.
Finalmente, podemos apreciar el sonido del agua. Se trata de agua cristalina y divina, que forma un precioso Manantial, en cuyo centro se puede observar una enorme Cascada, que parece bajar del mismo cielo estelar. El conjunto forma un misterioso Lago, pues contiene todo ello, tanto Amor y Belleza, que nos es complicado sentir que en la vida exista algo tan puro.
Si prestamos atención, se puede escuchar su voz angelical. Mientras nos detenemos a sentir, una espectacular Dama aparece tras las aguas de la Cascada. Está bailando con gran dulzura y humildad. Se trata de un eterno baile conmovedor, que inició en su día, esperando que volviera el hombre del que se enamoró.
(pausa)
Es entonces cuando Piscis, mira a su Dama y sólo entonces, comprende el dolor por la espera que todos hemos vivido. Es ahora, cuando llega el momento de contar una preciosa y enigmática historia.
Nos relajamos y comenzamos con el relato:
Estaba un buen día bailando bajo el flujo de la Cascada - cuyo caudal se alimentaba del amor que sentía la Dama por un Señor - cuando un terrible sufrimiento, colmado de dolor, alcanzó El Lago. La Dama, rauda se dispuso a buscar su procedencia. Fue entonces ese, el primer día que supo de Él. De la existencia de otro Ser, cuya forma de vida era totalmente opuesta a la suya. Era notablemente hermoso, generoso, poderoso, robusto y anguloso. Jamás antes la Dama conoció a alguien así. Cuando por vez primera percibió su rostro, en lo primero que deparó fue en sus ojos. Los pudo sentir preocupados, mancillados y ocultos de una vida que trajera a su reino sabiduría.
Shamaat, no pudo evitar llorar por ello, sintió el terrible sufrimiento de aquel Gran Señor, que por todos los medios buscaba una solución. Cuando la Dama se asomó al reino de Ikarom, observó atentamente el motivo de su desesperación.
Esperó, saciándose del lugar inmenso e interminable, en el que alcanzó vivir. Mostrándose en su propia esencia, esa que la hacía tan frágil y a un tiempo tan poderosa, consiguió penetrar en los mundos de la eternidad, y sólo desde ese espectacular lugar, poder a su Amado liberar. Entonces, cauta y tímida, pero a un tiempo, simpática y hermosa, dijo:
- Para que todos me conozcáis, sabed que Yo Soy El Gran Manantial del Universo.
Días y noches, sintió el dolor exasperante de aquel hombre, el único que no era capaz de considerarse el rey de su reino, pues según parecía no disponía de total potestad para ello. Seguramente, existiría un importante motivo.
Entonces la Dama dijo:
- Vertí la lluvia de mi esencia, sobre su apesadumbrado Corazón, con la esperanza puesta en que en su momento descubriera quien Soy Yo.
Ahora sólo podía esperar. Creer en Él y en su capacidad para dar con la Verdad. Shamaat, celebró cada uno de sus días, los grandes descubrimientos que Él le regaló, a través de la Voluntad de su Fuego iniciador. Lloró, gritó, se humilló y se levantó, pues todo formaba parte de un gran aprendizaje, ese en el que un buen día, decidió volcarse.
- Habrá un largo camino por delante, pero un objetivo claro, en el momento preciso, mis aguas penetraran en su cauce.
Y al decirlo, se escuchó palpitar de gozo, todo átomo cósmico, pues cada átomo quedaba afectado por aquello que se revelara, tras la experiencia alcanzada.
(pausa)
Mientras El Gran Manantial sentía y tomaba decisiones, se encontraba el Rey de Reyes, resolviendo incontables situaciones. Agotado tomó asiento y casi por vez primera, decidió que algo muy profundo tenía que cambiar en su reino. Así, sin más, se quedó elucubrando sobre ese Paraíso que sólo sería alcanzado, tras el duro sacrificio.
Al quedarse adormecido, pudo contemplarlo con claridad, se trataba de un lugar de múltiples y diversos colores de los que poder vivir y disfrutar con amor y paz. Ese dulce Paraíso, que casi en sueños pudo tocar, sólo cobraría sentido si en él se fraguaba la verdadera vida, ese flujo que aportara a lo más complejo lo sencillo, y a lo sencillo el reflejo de su complejidad.
De repente, un buen día, sólo en sus sueños, apareció una preciosa mujer, era una bella Dama que insistía una y otra vez, en que la riqueza estaba aún por ver.
Ikarom – este era el nombre del Rey – no comprendía muy bien el mensaje de la bella mujer. Sintió que en ningún instante del día, debería obviar cual era el mensaje, que ella deseaba con tanta insistencia, hacerle llegar.
Fue entonces, cuando la aparición en sueños de aquella dulce mujer, provocó que Ikarom contemplara con detenimiento, todo aquello que sucedía en su propio reino. Al hacerlo percibió, que en él había de todo, pero también no había de nada, pues cada cosa que con su belleza llenaba un espacio vacío, perdía el brillo cuando por ella, no fluía la fuente que en Verdad, le daba sentido.
Fue ese día de pura recapacitación, el mismo en el que advirtió que su reino se ajaba, si nada de lo que en él existía, encontraba un motivo o razón, por el que llenar los vacíos que de ellos se apoderaban.
La existencia, continuaba su camino, pero lo hacía dentro del caos y sin ningún sentido. Todo ello alertó enormemente a Ikarom. Observaba detenidamente su reino, pero en él no había nada que lo colmara. Siquiera la vida que transcurría, tenía una dirección.
Un buen día, mirando a los ojos al astro Sol, supo que si no intervenía, su Universo y toda vida, se precipitaría sin solución. Una gran hecatombe, se proyectaría en la Galaxia, y aquello no tendría perdón del Creador. Ninguna creación estaba hecha para ser destruida, sino para ser cada día un reflejo mayor de su hogar y de su dicha, y eso, el Rey de Reyes lo sabía.
Cuando miraba hacia un lado, observaba a unos seres, cuyo idéntico comportamiento, los llevaba a quedarse anclados y a no conocer que existían otras formas de proceder.
Cuando miraba hacia otro lado, otro grupo de seres, totalmente diferentes a los anteriores, alcanzaban idéntico grado de ignorancia, sobre el resto de la existencia. Cada gueto que ostentaba un origen en su Galaxia, traía consigo una naturaleza muy bien diferenciada, de forma que ante un acontecimiento, cada cual actuaba según su origen y procedencia. Esta circunstancia provocaba un gran aislamiento y una serie de condicionamientos, que en nada beneficiaban ni a los orígenes ni al propio reino. Tan enquistado estaba todo movimiento cósmico y toda relevancia de cada gueto, que nada en el reino se alimentaba de nada que lo llevara a descubrir algo nuevo. No existía ningún tipo de alimento que los nutriera para que toda esa vida se pudiera alimentar y creciera.
Fue entonces cuando el Sol, le pidió a Ikarom que no temiera, que existía una Dama que de tanto que le amaba, traería con ella una solución. Ikarom, casi como un niño pequeño, lloró de la emoción, y al hacerlo una tierna mano, de intensa pasión, se posó en su rostro, acariciándolo.
Con los ojos cerrados, permitió que aquella mano, le mostrara como se colmaba cada creación. Así Ella, quien entregaba toda su alma, se posó en su reino y a modo de Manantial eterno, con Él se fundió.
Un estallido hizo brillar al Cosmos, sin que nadie supiera muy bien porqué.
Cuando Ikarom despertó, pudo recordar a la perfección, a la Dama que lo salvó de la absoluta destrucción. Estuvo atento y fue tanta su atención, que de repente todo en el Universo cambió. Del mismo Centro de la Galaxia, brotaba sin principio ni fin, un inmenso Manantial de aguas, que como un torrente, inundaba de Amor y Paz, obligando a toda vida a sentir en profundidad. Ikarom, se emocionó de nuevo. Fue tanto el Amor que por Ella sintió, que se comprometió con el mismo Creador, a llenarla a Ella de todo su Ser, sin excepción. Para que esto pudiera suceder, primero tendría que encontrarla, conquistarla y sobre todo entregarle todo de sí en absoluta dedicación. Ese era su gran reto: Hallar a la Dama. La que brindó su amor y saber, para que la vida fuera la premisa y la muerte, sólo un paso, a una mayor expresión de vida.
(pausa)
Pasado el tiempo, emocionado con el encuentro, Ella volvió a aparecer, esta vez fue para decirle que en su seno, albergaba un Hijo y una Hija de Él. Ikarom, quedó perplejo. No se lo podía creer. La intensidad de su Amor, había hecho su efecto. Así, la mujer continuó diciendo:
… este Hijo e Hija que de ti gesto, es la finalidad de nuestro Universo. En Él y Ella alberga el Amor-Sabiduría, que será el culmen de la unión que hemos creado. Para que nuestro Hijo e Hija puedan gestar el Hijo perfecto. La Alianza entre ellos, tiene que ser el vivo reflejo del Amor Incondicional que nos tenemos.
La Luz, sólo se verá, cuando toda vida sin excepción alcance la mayor forma de expresión en su propia libertad e individualidad.
Cuando esa gran consecución, que no permita un ápice de duda o condición, se genere, el Espíritu del Hijo Perfecto llevará de la mano a su Hermana, la Hija que contendrá el Amor y la Verdad. Sólo Ella materializará aquello que su Hermano haya alcanzado conquistar, así el uno y el otro se convertirán en la Divina Luz, en esa en la que el propio Creador se conseguirá expresar…
Ikarom, prendado de Amor por aquel suceso que trajo a su vida un sentimiento difícil de explicar, también quiso intervenir:
… La forma de amar que he descubierto, no tiene ni principio ni fin, ahora sé que estoy en lo cierto, que todo aquello que tú me brindas a mí, es lo único que me da un sentido para vivir y es por ello, por lo que Yo, me brindo a tus deseos, a todo aquello que nutre nuestro hermoso Reino. Nuestro Hijo e Hija, volcarán todo lo que tú y yo sabemos, para que a través de lo mejor y más elevado de ambos, consigan expresar tu más absoluto deseo. Ese que contiene la Verdad en sí misma, al poseer a todos los Corazones que habrán contribuido a la Belleza Sagrada, nunca antes manifestada…
- Dime, tu nombre. Dime quien eres, para que el resto de mis días pueda agradecerte la Salvación de este Universo…
- Soy Shamaat, la única que porta consigo la auténtica Verdad, esa que sólo al final se revelará, tras alcanzar la finalidad. Yo Soy el Gran Manantial.
- ¿Cuándo podré verte? ¿Cuándo podré tocarte, mirarte y rozarte…? – le imploró.
- Sólo sucederá cuando se haya completado la experiencia de nuestro Universo. Antes no.
- Pero… ¿podremos soportarlo…? ¿…podremos…?
- Si eso sucediera antes, sería la propia intensidad del Amor que nos tenemos, la que nos podría traicionar y hacer olvidar nuestro propósito – concluyó, esbozando una auténtica sonrisa del más puro y tierno Amor.
- Lo entiendo. Viviré mis días y mis noches por encontrarte, por el mismo instante de rozar tu cabello con mis dedos, por un único beso, que de tus labios eternos puedas fundir en mi infinita mirada. Esta declaración de auténtico Amor, quiero dejarla grabada, para que todo en nuestro reino viva y muera por ello. Y que cada vida que consiga alcanzar la auténtica forma de amar, será un átomo más de nuestra Sed y Voluntad.
Ella, una vez más sonrió, esta vez sin decir nada, sólo segura de que Ikarom, viviría y moriría por el bien mayor y que un día en los albores de la historia, se escribiría su intensa, larga y dura, historia de Amor.
(pausa)
Tras este intenso sueño, se levantó raudo, había tomado una decisión. Alcanzó la Gran Montaña. Caminó incansable, aterido por el frío de la noche, una noche blanca, de plenilunio. Miró a la Luna y en un destelló creyó ver su cara. Si no era ella, se asemejaba en mucho a su amada. Insistió en desvelarla. Entonces ella – la Luna - con coquetería, le sonrió. Cuando, quiso detenerse para decirle algo, había desaparecido. La Luna resplandecía, pero ni hablaba ni sonreía.
Ikarom, cabizbajo, continuó caminando. La preocupación que se había instalado en el reinado, era de suficiente envergadura, como para actuar. Ikarom, lo tenía claro. Shamaat, inundando con su magia el Universo, era la única que lo iba a poder salvar.
Ahora, unos hijos venían en camino. Nada ni nadie, iba a poder destruir aquello que tanta dicha le daba. Se habían encontrado y aquel encuentro, se había convertido en algo tan sumamente sagrado, que era indisoluble. Iba a ser Padre, y como tal iba a ofrecer a sus hijos aquello que merecían.
Cuando lo tuvo claro, no dudó en actuar. Tras aquella decisión que había tomado, sabía que algo fuerte se iba a desencadenar, pero ésta era inapelable. Nunca antes lo había hecho. Sería la primera vez, que acudiría en persona, para que todo aquel que le intuía, esta vez lo pudiera ver. Estaba decidido a encarnar.
Limpió todas sus armas, no podía acudir con todo su poder, pues éste era tal, que podría convertirse en destructor. Alivió sus quehaceres y preparativos, mucho antes de que el Sol despuntara, tras la cúspide de la Gran Montaña. Respiró profundamente agradecido, y acto seguido, sin más, se lanzó al vacío.
Dirigió su proyección hacia el objetivo y así como lo deseó, el objetivo apareció ante él. Una gran lucha interna se abrió en ese instante de la caída. La densidad en la que se estaba sumergiendo, le provocaba que a cada movimiento, perdiera algo vital de sí. Era como si la densidad le obligara a dejar quien era, y eso era muy duro de aceptar.
Gritó de dolor. Gritó, por todo aquello tan nuevo para él. Gritó de nuevo y gritando fue dejándose perder en aquella oscuridad que lo invadía todo. Su Ser al completo se desgarró, y tal y como se fragmentó para soportar aquella lejanía y aquel lugar frio, se esfumó toda voluntad.
Tras este crudo episodio, no era capaz de recordar nada, más que absoluta desesperación. Infinitas preguntas se abrieron en su mente, que sin medida ni control, creó un caos interior difícil de soportar.
Toda belleza conocida, toda perfección, se había quedado en un nimio recuerdo, que incluso le hacía dudar de si aquello había existido o no.
Se sacudió intensamente, pero por más que se sacudiera, todo eso que ahora se había instalado en él, no lo abandonaba por más que lo intentara expulsar.
El cansancio, lo extenuó. La situación era más poderosa que él mismo. Se quedó dormido como un niño desamparado. El sueño fue lo único que lo alivió. Se rindió a ello. Nunca antes había experimentado esa sensación. Ese estado le permitía acceder a un lugar en el que no existía la densidad. Ahí se sentía libre y como hombre libre, lloró. Al caer grandes lágrimas de sus ojos, una mujer se compadeció. Sin dudarlo, lo recogió entre sus brazos y sin decir nada, lo acunó.
Ella era su Princesa, era Shamaat, pero para su sorpresa, desde donde se encontraba, su Princesa había crecido, en cambio él era tan sólo un niño. No coincidían en edad.
Cuando se hizo consciente de ello, su Corazón se desbocó. Era imperioso crecer y madurar. Shamaat sonrió y con su dulce sonrisa la misma que la que esbozó la luna, quiso decirle que el tiempo, no era para ella una prioridad.
Entonces Ikarom le contestó:
- Voy a hablar con el Creador y le voy a exponer esta situación. Mi intención será rogarle el don del Tiempo. A través del Tiempo te entregaré el reino que mereces. Regresaré como un verdadero Rey. Maduro y pletórico de Poder. Proyectaré mi Ser en los confines cósmicos, y cada fractal de mí, portará en sí la condición que exijo. Todo aquel que venga esencialmente de mí, portará la señal en su nombre, esta señal será Karom, la evolución del Rey de Reyes.
Shamaat, visiblemente emocionada le besó por primera vez. Ahora podía hacerlo. Fue un beso de compromiso eterno, de amor verdadero y tras esa bella demostración de amor, le dijo:
- Te acompañaré. Seguiré todos tus pasos. Te hablaré tiernamente al oído, cuando agotado grites al Tiempo que es tu enemigo. Velaré por ti, todos mis días y todas mis noches. No me agotaré, porque estoy hecha para resistir todo aquello que la experiencia me dote. Viviré por ti y para ti y sólo, únicamente me entregaré a ti, el día en el que el Tiempo se agote y te devuelva libre de toda lucha y completo de quien verdaderamente eres. Pues El Manantial se convertirá en la Luna, será esa parte de mí, la que verterá toda forma de Amor que entre ambos consigamos volcar para que crezcas al mismo ritmo que lo hace el Corazón. Mi nombre será Selene y ella acabará sus días cuando maduro y seguro, te hayas colocado en tu trono y proclames al mundo que tu reino no está vacío, que por él fluyen las más sagradas aguas, esas que nutren de vida toda creación.
Ikarom, tal y como un niño pequeño haría ante tanta cualidad de amor, lloró desconsoladamente. Ante sí, se abría la oportunidad que le daría sentido a su existencia. Sin más, secó sus lágrimas y al volverla a buscar, supo que ya no la vería más. Supo que sabría todos los días de su presencia y eso lo tranquilizó. Así cuando mirara a la Luna, la vería a ella acunando su corazón.
(pausa)
Un fuerte golpe contra el suelo rocoso de la Gran Montaña, lo devolvió a la realidad más elevada, aquella en la que se encontraba su Hogar. Tras lanzarse al vacío, en todo aquel recorrido, había sido capaz de descender hasta dar con Shamaat. Su Corazón estalló de amor. Recordó el dolor, la negación, la desproyección, la inconsciencia de su verdad mayor. Iba a ser un duro camino el que se alzara tras el compromiso. Al final, el Amor, la Sabiduría y la Paz, serían el reflejo de todo aquel largo y extenso camino, que siquiera había comenzado.
Ahora quedaba algo crucial. Acudir al Creador a solicitar el beneplácito que le ayudaría a su Universo a evolucionar. Tendría que presentarle el claro propósito y la finalidad. Sólo entonces, con total claridad, el Creador decidiría. Dedicó el resto de sus días a elaborar el Plan del que surgiría la expresión de vida más hermosa que el cielo pueda imaginar. Esbozó una gran sonrisa cuando terminó.
Creyó estar en lo cierto al juzgar, de que era el suyo, el Plan más osado que se pudiera alguien plantear. Tuvo claro también, que el fallo, el error y el fracaso, eran una probabilidad. Ahora sólo tenía que ver como acataría el Creador su diseño y planificación.
Con la fuerza de la intención, anclada en su Corazón, inició el largo camino que le llevaría a dar con el mismo Padre de Toda Creación. Hacía mucho que no acudía a Él. Quizás más de lo que debiera. Deseó con todas sus fuerzas, no haber olvidado el camino que lo conducía al desierto en el que lo hallaría. Sólo en ese paraje intransitable, podría encontrarle. Oteó la cumbre, todavía quedaba un trecho, pero su voluntad estaba tan llena de amor que sabía, en su fuero interno, que no habría forma de hacerlo desistir en su intención.
Encontró una oculta cascada, brotaba una fuente de agua. Quiso probarla, la sed, lo provocaba. Al acercarse a la fuente, la imagen de Shamaat se posó en su retina.
Se giró rápido. Quizás ella estaba también allí. No pudo verla. Pese a su decepción, se recompuso, recordó sus palabras.
“… Te acompañaré. Seguiré todos tus pasos…”
Entonces lo supo, supo que aquella fuente la había puesto ella, para que bebiera y se ungiera del sentimiento que tan fuertemente los unía. Nunca lo habría hecho, pero aquella vez sintió que tenía que hacerlo. En voz alta y clara gritó para que desde donde estuviera, lo escuchara:
- Sé que me acompañas. Te he visto en esta cascada. He bebido de tus aguas. Gracias. Sabré reconocerte, todos y cada uno de mis días.
La cascada de repente, aumentó profundamente su caudal de agua cristalina. Era la clara evidencia de que lo había escuchado. Ikarom, gritó y saltó de alegría y sin pensárselo, se desnudó y se bañó en la fuente, permitiéndole a las aguas que lo inundaran con su sabiduría. Tras el agradable baño, continuó su camino. El Sol se puso. La Luna, más blanca que nunca acudió en su ayuda, refrescando la noche y dando un respiro a su andadura. La observó, era Selene quien sonrió. Pero ahora sabía que Selene también era Ella. Así, en su locura, le lanzó un entrañable beso de Amor.
(pausa)
Habían pasado eones de todo aquello. Desde que Shamaat e Ikarom, se comprometieran con profundo amor. Todo estaba preparado para el evento. Selene había entregado su Ser, para la evolución de Todo el reino. Ahora había llegado el momento de partir a una nueva forma de vida. Se iba contenta. Sabía que había aportado lo justo y necesario. Sabía que se había brindado tal y como sentía. Permitiéndose cada una de las noches de su vida, sentir intensamente lo que vivía, sin reprimir nada, por más que le doliera, lo negara o la transportara a las emociones más siniestras, pues siempre de ellas remontaba y cada vez que de sus oscuridades renacía, invadía de Luz, ese Hogar en el que había elegido experimentar su intensa forma de vida.
Había llegado el momento, Selene declaró finalizada su vida por la tierra. Lentamente y rodeada de todos los seres cósmicos que la ampararon, retiró su aura. Muy lentamente, como si de un ritual se tratara. Mientras Selene recogía la totalidad de su Ser, el planeta al completo, le daba las gracias con todo su Corazón. Fue Handirae quien en nombre de todos, acudió a despedirla. La dulce Handirae, visiblemente emocionada, cogió la mano de Selene y juntas marcharon a otro plano. En breve, alcanzaron el centro mismo del Universo. En Alcione, las estaban esperando. Selene, cálida e impertérrita como siempre, ayudada por Handirae, volcó todos sus registros en el Gran Corazón Central. Despojarse de ello, supuso un gran alivio y tras liberar la última carga de su pasado, pereció en el más absoluto silencio.
Handirae, sin poder evitarlo, se tumbó a su lado, acariciándola, acompañándola más allá de la muerte y agradeciéndole enormemente, todo su sacrificio y saber. Handirae, en nombre de todos los Humanos de la tierra, garantizó que Selene se fuera libre de cualquier atadura con ellos, pues al liberarse la misma Luna, también lo hacía toda conciencia sujeta a este ser. Handirae se aseguró de que toda la Humanidad trascendiera por vez primera, su experiencia lunar.
Nos quedamos sintiendo el agradecimiento que cada uno de nuestros corazones siente por Selene. Se aleja. Poco a poco. Mientras su cuerpo inerte, se desvanece. Parte llena, completa de sí misma y de la riqueza de tanta experiencia. Se gira levemente, con el justo gesto para mirarnos con gran amor a todos y tras ello, continuar el nuevo sendero, ese que la conducirá allá donde Shamaat, le brinde una nueva oportunidad.
Shamaat, la está esperando. Está deseando abrazarla. Se abrazan y al hacerlo El Gran Manantial llora.
(pausa)
La historia de Shamaat e Ikarom no se ha acabado. Continuaremos en otro momento.
Al finalizar este relato, nos percatamos de que Piscis y Virgo también están llorando. Los niños y niñas se acercan a ellos, están deseosos de abrazarlos, pues tras todo este suceso, ellos se han regenerado. Podemos asegurar que Piscis traía consigo el gran secreto del inconsciente colectivo, ese que todos nosotros viviríamos, sin ser conscientes de que lo habíamos vivido. Esa grandeza del Alma, sería la única que conseguiría, unir a la secreta Dama de las aguas, con el amor de su vida. Ahora tenemos la certeza de que la conciencia colectiva ha crecido y madurado.
Escuchamos tras nosotros unos murmullos y risas. Se trata de una gran sorpresa, se trata del Señor Duende y su eterna Hija. Handirae, corre hasta donde nos encontramos. Siente alegría y tristeza. Es su forma de expresarse y nosotros nos unimos a ella.
Quiere añadir algo, quiere que todos sepamos, que ahora que la Humanidad se ha emancipado, el Planeta se convierte en Sagrado. Nos emplaza para otra ocasión, en la que nos explicará el proceso planetario, tras la marcha de Selene.
(pausa)
Agradecidos como nunca antes lo hemos estado por este especial día, advertimos que es el momento de regresar. Conscientes de la intensidad del día, con la Gratitud hacia nuestra mágica Luna nos disponemos a volver.
Sin perturbar el silencio y la paz que lo invade todo, dejamos este espectacular lugar…
Nos despedimos de todos, pronto, a través de otros encuentros, volveremos a vernos. Los niños y niñas, el reino animal al completo, así como el vegetal, el mineral y el dévico, acompañan a Seshat, Hetram se une también a ellos. Contemplamos como nos saludan, como se ríen y como nos desean que la riqueza de este logro, sea lo mejor para todos. Un precioso arco iris, destella poderoso en el cielo, de él emergen unas bonitas estrellas. Se trata del Hogar de cada una de las doce constelaciones. Su origen estelar, les está pidiendo que regresen. Así en primer lugar, es Aries quien parte, tras él le sigue Tauro, después se va Géminis y también lo hacen Cáncer, Leo y Virgo. Continúan Libra, Escorpio y Sagitario, para después alejarse Capricornio, Acuario y por último Piscis. Un juego de colores, estalla en el mismo cielo, son las doce constelaciones regalándonos la magia de su intenso fuego. Sentimos como la alegría y la dicha nos invade. Todo a regresado a su lugar y al mismo tiempo, todo se ha convertido en una gran unidad. Estamos orgullosos de ello.
Y poco a poco, sentimos como regresamos… El vórtice de luz aparece de nuevo ante nosotros…
Sentimos su mágica atracción y nos sumergimos en su interior…
Entramos de nuevo en el más profundo silencio y poco a poco, de vuelta a nuestro Corazón Sagrado, sentimos como la burbuja de conciencia, se eleva y nos conecta con nuestro cuerpo de nuevo…
Sentimos las extremidades, el tronco y la cabeza y lentamente podemos ir abriendo los ojos…
Feliz Final de Luna a Todos…
Introducción a la Luna Llena de Acuario. Serie Transformación Arquetípica
La bendición del signo de Acuario, es la máxima equidad que alcanza el ser humano, una vez ha pasado ya por todos los puertos y ha surgido como gran vencedor de las dificultosas tareas que la vida le ha puesto para su avance. En este paso en el que Acuario, brinda su ser al sostenimiento de la conciencia humana, es cuando se pueden o no infringir todas las “reglas del juego”, es decir, es el arquetipo que tiene en sus propias manos, las posibilidades de triunfo que ningún otro tiene, o bien del más triste fracaso. Solamente, tiene que mostrarse como el más sabio adepto de todo el proceso. Es sólo entonces cuando se responsabiliza de ello, cuando el amor incondicional fluye a través de él o de ella, y desde esa fuente inagotable, sirve y nutre a todo el que se acerque a su camino. La magnitud de este potencial, no tiene límites.
Sabemos que cada vez que una era de Acuario se acerca, se rompe todo aquello que no tiene cabida en ella. Se trata de la disolución de todo tipo de poder, para que una vez el verdadero poder, se ha situado en su lugar, éste sirva como referente a todos aquellos que todavía no han finalizado el camino. Es por tanto Acuario una vida, de garantías de éxito y de posibilidades, sólo si hay fe. Cuando Acuario se presta a algo, pues es esta siempre su inercia, o lo hace de verdad y de corazón o pasa a ser un remilgado, un protestante y un contestatario, de cada acto que pone al servicio del otro, pues al no estar conectado a la fuente, cuando se mueve lo hace por puro interés. Tiene también la facilidad de caer en el servilismo y de intentar saciar al otro con su saber hacer, pero siempre esperando que el otro se lo agradezca y lo recompense de alguna manera. Mientras el acuariano o acuariana esté en esos falsos quehaceres, jamás tendrá nada positivo que obtener. Muchos soles en Acuario, vienen a aprender del egoísmo en el que han vivido en otras vidas. Acuario, te “obliga” de un modo u otro a ser servicial, a ser humanitario y a ser imparcial. Por tanto, Acuario, deberá brindarse al plan a través de la devoción y el amor. Desde su mayor poder personal, sin ningún vacío o necesidad que llenar. Sólo cuando esté completo, se erigirá como el gran vencedor de esta batalla por el trono. Entonces, tomará asiento desde su León y mostrará a todos su verdadera e indisoluble condición. Dedicada su tarea a Dios Padre/Madre, amparará el verdadero hogar para que todos lo puedan alcanzar. Esa será su gran satisfacción y en ese éxito sin juicio ni ambición, habrá alcanzado la meta. La Era en la que la humanidad al completo vamos a entrar, traerá esta diatriba excepcional, por ello unos estarán con la vida y otros, se alejarán. Eso será únicamente una decisión personal. Nadie podrá hacer el camino del otro y mucho menos decidir por el otro. Las muletas, los apoyos y todo tipo de dependencia, comenzará a formar parte del pasado. Entonces, toda la humanidad que así lo haya decidido, anclada en la verdad de sus corazones, caminaremos al unísono, haciendo al cielo brillar. La entronización de los seres humanos, será entonces una verdad tangible y palpable.
Meditación Luna en Acuario
Conozco y honro la Ley Divina, por ello contribuyo en la supervivencia de la Conciencia Humana. Soy juez de mí mismo/a. Acepto con Amor mi contribución a la Vida y al Plan de Creación Global. Me entrego y con toda mi capacidad de amar sirvo al plan, por amor y devoción a Dios Padre/Madre. Soy el amparo del Verdadero Hogar.
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso lentamente…
Solicitamos la presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Ante nosotros, se abre una gran puerta de intensa luz dorada, en su centro hay un vórtice energético, tan poderoso y amoroso que sentimos ganas de penetrar en su interior.
Al permitirnos ser absorbidos, accedemos a un espacio en el que el silencio es absoluto. Y en este silencio, respiramos mientras nos conectamos con nuestro cuerpo de Luz. Ante nosotros aparecen incontables imágenes, en las que son proyectados todos nuestros logros como seres humanos. Nos sentimos agradecidos y orgullosos, de haber conseguido ser la expresión de lo más inmenso y poderoso, nuestro Gran Ser Espiritual… ese que en realidad siempre fuimos nosotros…
Todo se produce en el más absoluto silencio. Sentimos nuestro Espíritu más anclado que jamás antes lo hubiéramos sentido. Sentimos nuestra completitud y nos fundimos profundamente con ese sentimiento. Es tanto el Amor y la paz por lo que estamos viviendo, que un extraño éxtasis nos abraza, produciéndonos un estado de Amor tan puro, que no existe nada más en el Universo capaz de provocar ese sentimiento tan profundo…
Es el abrazo de Dios Padre y Madre…
(pausa)
Estamos de nuevo en Hetram. De repente un hada revolotea a nuestro lado, nos revela que su nombre es Salomé. Incansable, espera a que decidamos acompañarla. Como si fuéramos de nuevo niños pequeños, encantados, vamos tras Salomé, decididos a divertirnos con ella y con lo que vamos a descubrir.
Debemos recordar, que en Hetram el reino de los elementales, también se sintetizó y ascendió, por lo que forma parte del reino arco iris, ese único reino al que pertenecen todos los seres vivos, sin excepción.
Salomé es ágil y juguetona y casi tenemos que correr para seguirla. Esquivamos grandes árboles de más de ocho metros de altura, pequeños grupos de juncos y otra mucha vegetación, que todavía no conocíamos. Sin casi habernos dado cuenta, estamos en medio de un precioso y espectacular Bosque. Salomé, se detiene y nos permite sentir la vida que habita en él. Sentimos una gran emoción que nos arropa. El silencio es conmovedor, pero también lo son los colores y los aromas, así como las luces que se filtran por todos los rincones.
Algo llama nuestra atención, es un silbido ligero que parece que quiera meterse en nuestra oreja, nos reímos tras sentir unas cosquillas por la cabeza. Pequeños silfos y silfas, están rondando y soplando para que nos demos cuenta de que nos están acompañando. La brisa que los silfos levantan, es precisa y exacta, la que ofrece, el movimiento justo para mecer con gran cariño a las hojas y las flores que se encuentran en el camino. Ellas, lo agradecen, pues la brisa les hace saber que siguen ahí regalando su belleza a ese gran jardín, que es el Bosque. Jugamos con ellos y entonces es cuando descubrimos a hermosas nereidas, ninfas y ondinas, que con todo su cariño han dejado la cascada en la que se acicalaban, para venir a recibirnos. Son hermosas y muy, muy sabias. Ellas quizás no juegan, pero en cambio dan serenidad a todo el que está cerca de ellas. Las ninfas, exhiben sus mejores galas, hechas de trozos de hojas y de ramas. Algunas flores prestan también sus colores a las damas, con sus pétalos ellas se confeccionan preciosos sombreros.
Estamos maravillados, descubriendo a los seres que habitan en el Bosque. Nunca antes habíamos disfrutado de la magia que traen con ellos y ponen al servicio de todos.
Entonces Salomé, nos advierte que todavía no conocemos a las salamandras. Caminamos cerca de la cascada, hasta que alcanzamos una pequeñísima casa, que a modo de refugio, se halla disponible para todo aquel que desee hacer un receso en el camino.
Muchas más hadas, se añaden a la aventura. Las hay de todos los colores y con todo tipo de alas. Algunas parecen mariposas, otras sencillas y vaporosas libélulas, y otras pocas, no se parecen a nada conocido, pues han desarrollado un juego de magia y brillos, que hace que sus alas cambien de forma y color, exponiéndole al cielo todo su esplendor. Se congratulan de ello.
Cerca de la casa, podemos observar una gran explanada, pero si nos fijamos bien, una alfombra de innumerables hongos, se extiende por todo el suelo. Y si nos fijamos mejor, bajo los hongos parece moverse algo. Son enigmáticos duendes que se muestran a nosotros para conocernos mejor. La explanada es en realidad una gran ciudad, donde viven todos. Los hay ancianos, jóvenes y niños. Los hay juguetones, amistosos e incluso místicos. Los hay que sólo ríen con una inocencia especial y otros que serios, se responsabilizan de todos los demás.
Salomé, nos pide que entremos en la casa. Es tan pequeñita que tendremos que convertirnos en uno de ellos. Alguien ha encendido una hoguera que nutrirá nuestro fuero. Hermosas salamandras, nos acompañan para que aprendamos con ellas a ser la mágica representación de toda voluntad creadora.
Nos divertimos jugando y saltando sobre la hoguera, sabiendo que las llamas no nos queman, pero sí nos dan la fuerza necesaria para saber encontrar en nuestro corazón, la brasa del amor.
Una voz extraña, llama nuestra atención, se trata de un anciano duende, que siempre está cantando una preciosa canción. Todos los seres elementales le acompañan y juntos, cantan. Los escuchamos atentamente.
(pausa)
Salomé quiere que conozcamos la historia de la canción del duende. Así con mucha gracia y emoción, nos empieza a explicar el siguiente relato:
Iba el anciano señor duende caminando un buen día, cuando de repente en un nido hecho por águilas, encontró un precioso bebé de tan sólo unos días de vida. Sonreía, juntando sus manitas y sus pies. Al acercarse al bebé, se dio cuenta de que era una niña. Una niña muy especial. Sus gorgoritos, comenzaron a escucharse por todo el Bosque, llamando la atención de todos. Algunos al ser testigos de lo que estaba ocurriendo, gritaron:
- Un bebé humano en medio del Bosque!!!
Entonces, un gran despliegue de seres elementales, desde los de tierra, a los de fuego, agua y hasta los de aire, alarmados, fueron a llamar a sus congéneres. Cuando de repente, el anciano duende gritó:
- ¿Qué está ocurriendo aquí…? ¿A qué viene tanta algarabía…? Vais a despertar a la niña – se enfadó.
Yo, Salomé, que por entonces era una jovencita adolescente y descarada, reñí al viejo anciano cascarrabias, por impedirnos disfrutar con él de aquel mágico hallazgo.
Todos observamos como el duende, preparó el nido para ser transportado y se llevó a la niña a vivir con él.
Algo le ocurrió al anciano, pues no permitía que nos acercáramos. Se encariñó tanto con la pequeña que durante varios días y noches, no cejó de desvivirse por ella. La pequeña le respondía sonriendo y dando palmaditas. Sus ojos eran el vivo retrato del corazón más tierno y sagrado que jamás nadie hubiera imaginado.
Un buen día, los elementales se asustaron, pues escucharon como unos seres humanos merodeaban por el mismo Bosque y advirtieron que algo estaban buscando.
Como soy el hada más orgullosa de esta tierra, no tuve menos que acudir a enterarme de lo que estaba pasando. Me acerqué a la pareja que sigilosamente estaba ya a pocos pasos de donde nos encontrábamos. Eran, un joven muy apuesto, acompañado de su bella dama. Entonces, creí estar en lo cierto, al sentir que podrían ser ellos los padres de la pequeña.
Rápida batí alas y fui a comunicárselo todo al señor duende. Éste recibió muy mal la noticia.
Unos juguetones silfos, comenzaron a revolotear sobre la niña, a lo que ella respondía riendo y haciendo nuevos gorgoritos que aprendía durante el día.
Hálima, que así se llamaba la mujer humana que acompañaba a aquel señor, de nombre Karom, reconoció el sonido del bebé. Corrió tras aquella preciosa risa. Karom la siguió.
De repente, dieron con el señor duende, que hacía ver que no los había visto.
- Perdón – se escuchó decir a Hálima - ¿Dónde está la pequeña…? ¿La ha visto usted…?
- Pues claro. He sido yo quien ha cuidado de ella. Preparándole puntualmente su biberón, riendo y jugando y cantándole nuestra canción – aclaró el viejo que no debía ser tan gruñón.
Entonces Hálima, se acercó al señor duende con la intención de exigirle ver a la niña, pero rápido, cambió de opinión. Esperaría a que fuera el duende quien se la mostrara. Pues sintió que aquello era lo mejor.
Al Señor Duende, le llamaban así, pues era el más anciano. Ninguno conocíamos su nombre. Nadie supimos nunca porqué siempre era él, quien sabía todo lo que ocurría en el Bosque. Entonces viendo que el anciano duende ignoraba el deseo de Hálima, decidí intervenir:
- ¿Con qué alimentas al bebé…? – pregunté, como si nada, intentando entablar conversación con el viejo cascarrabias.
Mientras, el Señor Duende parecía ignorarnos. Sin siquiera mirarnos, continuó labrando su parcela. Finalmente dijo:
- Hiervo caña de azúcar, le extraigo el dulce. Macero en una cazuela, corteza de la planta lechosa de la papaya. Lo mezclo todo hasta formar un brebaje consistente pero líquido y se lo doy a pequeños sorbos – confesó, mostrando toda su buena fe.
- Pero, ¿sabes que la niña no sobrevivirá mucho tiempo con tan limitado alimento? Es un Ser Humano, no pertenece a nuestro reino – sentí que se lo tenía que advertir.
Un grave gruñido resonó, chocando contra los árboles, provocando que se sacudieran las hojas. El Señor Duende gruñía y labraba, intentando controlar sus emociones. Le había cogido un gran cariño a la pequeña, eso se notaba. En su fuero interno sabía que llegaría ese momento.
Fue entonces, cuando resignado, gritó:
- Esperad!!! – miró al cielo y continuó diciendo – cuando el sol se alinee con esa encina, tengo que darle su siguiente comida y se la pienso dar yo – dijo firme, quebrándosele la voz –. Cuando acabe de su siesta, os la entregaré – le aseguró a Hálima, con un gran nudo en su Corazón.
En el Bosque, todos los presentes quedaron mirando al cielo, tomaron asiento y observando el astro sol, esperaron en silencio. De tanto en tanto, unos dolorosos sollozos, rompían el silencio que habían creado entre todos. Eran las lágrimas del Señor Duende. Lágrimas que surcaban las arrugas de su cara para caer sobre la tierra, humedeciendo las semillas que plantaba.
Por fin, el sol se alineó con la encina y todos expectantes, comprobaron como el Duende daba de comer a la niña. La pequeña, no paraba de reír y hacer graciosas muecas que llenaban de Amor todos los rincones del Bosque. Cuando acabó su ración, el Duende le pidió a la pequeña que se durmiera y que llevara siempre con ella esa paz.
- Cuando despiertes estarás en una preciosa casa con ella, con tu madre y también con él, con tu padre. Yo nunca te podría dar, lo que ellos pueden hacer. Pero quiero que sepas, que siempre en mi Corazón te llevaré. He sido muy feliz durante estos días, cuidando de ti y explicándote bellas historias que durante eones, han ocurrido sólo en este Bosque. Eres quien más conoces mis secretos, por eso sólo a ti, te voy a dar mi nombre – se hizo una pausa.
Todos los presentes lloraban con el Duende, nadie osó emitir palabra. Hálima, los observaba llena de Amor, pues comprendía el dolor que suponía una separación. El Duende entonces, por vez primera en toda su existencia, dijo:
- Soy Dariel, el primero que aterrizó en este reino, cuando Dios creó este Bosque, para acoger a todos los que participamos de la creación de este planeta. He esperado eones, para conocerte, pues sé muy bien quién eres.
Mientras Dariel se explicaba, la niña se había quedado dormidita.
- Dejadme que le cante por última vez nuestra canción.
Todos quedaron de nuevo en silencio. Dariel, se acercó al oído de la pequeña y cantó. Su canción era el soneto más eterno que jamás nadie imaginó. El sonido alcanzó todo Hetram. El mensaje llegó a todo aquel que tenía que llegar. Cuando acabó de cantar, se dirigió más sereno que nunca a Hálima. Fue entonces cuando le dijo:
- Esta niña es muy especial. Abrirá al mundo, la Verdad. Sé que serás una buena madre y que el padre cuidará de ambas. No todo será un camino de rosas, pero al final, todo regresará a su lugar. No dudes nunca de eso – sentenció -. Ahora vete!!! Vete rápido, antes de que me arrepienta – gritó, denotando su gran enfado.
- Dime quien es mi hija – suplicó Hálima.
- Ella es la Madre de todos. Es el Corazón Humano que ha alcanzado el Amor Sabiduría Universal. Ella es la más auténtica Verdad.
Hálima, no se sorprendió, en el fondo lo sabía. Sintió la complicidad que existía entre su hija y el duende. No pretendía privar a Dariel del contacto con la niña. Entonces le propuso que de tanto en tanto, la acompañaría al Bosque para que se vieran. A lo que Dariel respondió:
- No. Deja que sea ella quien me encuentre. Yo cada día cantaré nuestra canción. Sabrá reconocerla – aseguró.
Hálima, se acercó por vez primera al bebé. Cuando la estrechó entre sus brazos, la niña sonrió dormida.
Dariel, caminaba cabizbajo y dando zancazos, de espaldas a la situación y sin girarse dijo:
- Su nombre es Handirae.
Todos perdieron de vista al Señor Duende. Sin más había desaparecido. Mientras Hálima y Karom caminaban con la pequeña Handirae, todos los seres que habían sido testigos, los acompañaban. Sin casi advertirlo, un águila se posó sobre una rama, la de un árbol que estaba en su camino. Y luego apareció otra, y más tarde otra, y otra más, y así hasta un centenar, quizás un millar. El camino de Handirae, quedó marcado para siempre por esta especial especie de aves.
Salomé no puede evitar el emocionarse tras explicarnos a todos los presentes, este precioso relato. De cómo el reino elemental y el osado Señor Duende, alimentaron con su amor a la Madre de la Humanidad.
Dariel, el anciano duende, se acerca a nosotros. Sabe que este día es muy especial para todos. Acuario, se adelanta y le abraza. Ella conoce muy bien a Handirae, pues gracias a esa capacidad de amar, Acuario fue capaz de entregarse en cuerpo y alma a los demás, con toda su gratitud y sabiduría. Eso era lo que la hacía tan especial. Los duros momentos, grises y oscuros, de luchas internas, aprendiendo a darse a los demás, se habían acabado. Para Acuario servir a la humanidad, era saber que formaba parte de un plan muy especial y que ella, tenía un papel vital que aportar. Gracias a su gran humanidad, podía garantizar y sostener la conciencia global, así como mostrar donde se halla el verdadero hogar.
Cuando Acuario, se colocó en su trono, Handirae, había llorado de emoción, pues finalmente todos iban a poder beneficiarse de lo que es el verdadero amor.
El duende y Acuario quieren mostrarnos algo, nos piden que los sigamos. Los seres elementales que nos acompañan, hacen lo mismo. Algunos, los que revolotean sobre nuestras cabezas, ya saben a dónde nos dirigimos. Otros, los más rezagados, corren siguiendo las huellas que dejamos, porque no quieren perderse nada.
Paseamos por el Bosque en silencio, observando todo aquello que nos encontramos. Disfrutamos del momento.
(pausa)
Una espesa nube de águilas, se acerca a nosotros. Se han enterado de que hoy vamos a sentarnos definitivamente en nuestro trono. Según nos comentan, Handirae las ha enviado, su deseo es que todos nosotros la conozcamos como en realidad es. Alcanzamos un amplio lugar, precioso, espectacular. La llanura está guarnecida de preciosos jardines reales, y los jardines a su vez, rodean un peculiar templo. Se trata del Templo de Miguel. Quedamos extasiados, observando la fuerza que desprende el lugar. Es impresionante sentir la calidad de hogar que se vive allí, con sólo entrar. El palacio, luce una cúpula de cristal en la que se refleja el mismo cosmos. Entramos. Un elegante y apuesto caballero, nos está esperando. En su cinto porta una espada, es el arma con la que aplica la Ley. Su belleza y su poder son inalcanzables. Nos observa con una gran ternura y unas verdaderas ganas de que tomemos posesión de nuestros respectivos tronos. Es un día muy anhelado para todo el cosmos. Es la primera vez que la humanidad alcanza su lugar de poder, de ese poder, idéntico al de Miguel, y al de ningún otro.
Nos indica que pasemos. Caminamos por un suelo translúcido. A nuestros pies no hay nada, más que el vacío cósmico. Miguel nos conduce a una puerta de Luz y destellos dorados que lo inundan todo. Hemos llegado a la Cámara del Trono. Solamente Miguel puede abrirla, sabe todo de nosotros, por eso tendrá que tomar la decisión de dejarnos entrar o no. Todo depende de nuestra verdadera intención. Si hemos llegado hasta aquí con la humildad y la intención clara de completarnos, para no depender nunca más de nada ni de nadie, tendremos acceso asegurado, en caso contrario tendremos que regresar y esperar otra ocasión.
La puerta se abre. Entramos en la sala. No hay absolutamente nada. Sólo vacío y silencio. Miguel nos pide que avancemos. La sensación es que nos vamos a caer al vacío.
En el instante preciso en el que decidimos avanzar, sin dudar y con la fe como abanderada, un precioso trono aparece ante nuestros ojos. Es el trono de poder, el asiento de la individualidad del Ser. Como sabemos, sino conectamos con nuestra individualidad, jamás podremos alcanzar la globalidad. El Uno y el Todo son eso.
Tomamos asiento. Al hacerlo, sentimos como todos los canales de todos nuestros cuerpos y aspectos, comienzan a sufrir una vibración muy especial. Una vibración que llega desde lo más profundo de nuestro Ser. Todo se recoloca, cada cosa en su lugar, todo se desplaza, y todo se reconfigura de nuevo, recuperamos los códigos de quienes somos… Y permitimos que todos estos movimientos lumínicos, fotónicos y vibratorios hagan su trabajo…
(pausa)
Cuando abrimos los ojos vemos a Miguel ante nosotros, trae consigo la vara de poder, es una especie de haz de luz, que coloca en nuestro corazón, únicamente cuando estamos preparados para ello. Esta vara servirá para activar nuestra divinidad. Es el poder de la conciencia sagrada, de la conciencia de la humanidad de la nueva tierra. Miguel coloca la vara en nuestro corazón. Al instante, sentimos como algo en él, cristaliza. La vara ha alcanzado nuestra esencia primigenia. Ésta ha cristalizado, generando bellos fractales lumínicos. Es entonces cuando Miguel se despide de nosotros. Aprovechamos para darle las gracias por haber sido un gran referente para todos y ensañarnos donde se halla el verdadero poder.
Al salir del templo, somos testigos de cómo Leo y Acuario, como dos enamorados, se entregan el uno al otro. Él parece un firme reflejo de Miguel y ella, con su simpatía y con idéntico poder, luce toda su sabiduría, para mostrársela a todos, pues esa es en realidad su función.
Los seres elementales, se sienten más emocionados que nunca antes, por fin los humanos se han entronizado, por fin cada uno sabrá quién es y de ese modo respetará al otro. Celebran que el conflicto haya terminado y que a partir de ahora, nadie imponga su poder sobre el otro.
Salomé, nos hace una señal. Parece que el anciano duende, tiene una sorpresa para todos. Nos indica que miremos hacia la arboleda del fondo. A lo lejos observamos una silueta que avanza en dirección a donde nos encontramos. Algunas ninfas y algunas hadas, muestran su asombro. Dariel nos indica que ella es la Madre, que ella es la niña que siempre tanto ha amado. Ella es el ser que sostuvo con su fortaleza, el vacío de amor en cada una de nuestras vidas, para que ninguno de nosotros perdiéramos jamás el útero al que regresar, cuando nuestra finalidad hubiera llegado a término.
Handirae, con una larga cabellera y un vestido hecho de encaje y seda, parece flotar. Finalmente, cuando llega tiene el deseo de besarnos y abrazarnos a todos.
Sentimos su abrazo y el tierno beso y nos quedamos disfrutando de este entrañable momento.
(pausa)
Agradecidos como nunca antes lo hemos estado por este especial día, advertimos que es el momento de regresar. Conscientes de la intensidad del día, con el Amor de la Madre y anclado nuestro poder, nos disponemos a volver.
Sin perturbar el silencio y la paz que lo invade todo, dejamos este mágico lugar…
Hemos alcanzado el Bosque y hemos estado en el Templo de Miguel, siempre que lo deseemos podemos volver. Salomé nos sonríe, invitándonos a descubrir su reino. El anciano cascarrabias, está tan contento porque Handirae ha dado con él, que se ha olvidado de nosotros. Los observamos, sentados sobre un tronco, cogidos de la mano, recordando viejas historias. Podemos escuchar sus risas y el amor que sienten el uno por el otro.
El resto de duendes, hadas, silfos y salamandras, así como, las ninfas y otras muchas clases de gnomos, nereidas y ondinas, aplauden incansables. Nos despedimos de todos y poco a poco, sentimos como regresamos… El vórtice de luz aparece de nuevo ante nosotros…
Sentimos su mágica atracción y nos sumergimos en su interior…
Entramos de nuevo en el más profundo silencio y poco a poco, de vuelta a nuestro Corazón Sagrado, sentimos como la burbuja de conciencia, se eleva y nos conecta con nuestro cuerpo de nuevo…
Sentimos las extremidades, el tronco y la cabeza y lentamente podemos ir abriendo los ojos…
Feliz Luna Llena a Todos…
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso lentamente…
Solicitamos la presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Ante nosotros, se abre una gran puerta de intensa luz dorada, en su centro hay un vórtice energético, tan poderoso y amoroso que sentimos ganas de penetrar en su interior.
Al permitirnos ser absorbidos, accedemos a un espacio en el que el silencio es absoluto. Y en este silencio, respiramos mientras nos conectamos con nuestro cuerpo de Luz. Ante nosotros aparecen incontables imágenes, en las que son proyectados todos nuestros logros como seres humanos. Nos sentimos agradecidos y orgullosos, de haber conseguido ser la expresión de lo más inmenso y poderoso, nuestro Gran Ser Espiritual… ese que en realidad siempre fuimos nosotros…
Todo se produce en el más absoluto silencio. Sentimos nuestro Espíritu más anclado que jamás antes lo hubiéramos sentido. Sentimos nuestra completitud y nos fundimos profundamente con ese sentimiento. Es tanto el Amor y la paz por lo que estamos viviendo, que un extraño éxtasis nos abraza, produciéndonos un estado de Amor tan puro, que no existe nada más en el Universo capaz de provocar ese sentimiento tan profundo…
Es el abrazo de Dios Padre y Madre…
(pausa)
Estamos de nuevo en Hetram. De repente un hada revolotea a nuestro lado, nos revela que su nombre es Salomé. Incansable, espera a que decidamos acompañarla. Como si fuéramos de nuevo niños pequeños, encantados, vamos tras Salomé, decididos a divertirnos con ella y con lo que vamos a descubrir.
Debemos recordar, que en Hetram el reino de los elementales, también se sintetizó y ascendió, por lo que forma parte del reino arco iris, ese único reino al que pertenecen todos los seres vivos, sin excepción.
Salomé es ágil y juguetona y casi tenemos que correr para seguirla. Esquivamos grandes árboles de más de ocho metros de altura, pequeños grupos de juncos y otra mucha vegetación, que todavía no conocíamos. Sin casi habernos dado cuenta, estamos en medio de un precioso y espectacular Bosque. Salomé, se detiene y nos permite sentir la vida que habita en él. Sentimos una gran emoción que nos arropa. El silencio es conmovedor, pero también lo son los colores y los aromas, así como las luces que se filtran por todos los rincones.
Algo llama nuestra atención, es un silbido ligero que parece que quiera meterse en nuestra oreja, nos reímos tras sentir unas cosquillas por la cabeza. Pequeños silfos y silfas, están rondando y soplando para que nos demos cuenta de que nos están acompañando. La brisa que los silfos levantan, es precisa y exacta, la que ofrece, el movimiento justo para mecer con gran cariño a las hojas y las flores que se encuentran en el camino. Ellas, lo agradecen, pues la brisa les hace saber que siguen ahí regalando su belleza a ese gran jardín, que es el Bosque. Jugamos con ellos y entonces es cuando descubrimos a hermosas nereidas, ninfas y ondinas, que con todo su cariño han dejado la cascada en la que se acicalaban, para venir a recibirnos. Son hermosas y muy, muy sabias. Ellas quizás no juegan, pero en cambio dan serenidad a todo el que está cerca de ellas. Las ninfas, exhiben sus mejores galas, hechas de trozos de hojas y de ramas. Algunas flores prestan también sus colores a las damas, con sus pétalos ellas se confeccionan preciosos sombreros.
Estamos maravillados, descubriendo a los seres que habitan en el Bosque. Nunca antes habíamos disfrutado de la magia que traen con ellos y ponen al servicio de todos.
Entonces Salomé, nos advierte que todavía no conocemos a las salamandras. Caminamos cerca de la cascada, hasta que alcanzamos una pequeñísima casa, que a modo de refugio, se halla disponible para todo aquel que desee hacer un receso en el camino.
Muchas más hadas, se añaden a la aventura. Las hay de todos los colores y con todo tipo de alas. Algunas parecen mariposas, otras sencillas y vaporosas libélulas, y otras pocas, no se parecen a nada conocido, pues han desarrollado un juego de magia y brillos, que hace que sus alas cambien de forma y color, exponiéndole al cielo todo su esplendor. Se congratulan de ello.
Cerca de la casa, podemos observar una gran explanada, pero si nos fijamos bien, una alfombra de innumerables hongos, se extiende por todo el suelo. Y si nos fijamos mejor, bajo los hongos parece moverse algo. Son enigmáticos duendes que se muestran a nosotros para conocernos mejor. La explanada es en realidad una gran ciudad, donde viven todos. Los hay ancianos, jóvenes y niños. Los hay juguetones, amistosos e incluso místicos. Los hay que sólo ríen con una inocencia especial y otros que serios, se responsabilizan de todos los demás.
Salomé, nos pide que entremos en la casa. Es tan pequeñita que tendremos que convertirnos en uno de ellos. Alguien ha encendido una hoguera que nutrirá nuestro fuero. Hermosas salamandras, nos acompañan para que aprendamos con ellas a ser la mágica representación de toda voluntad creadora.
Nos divertimos jugando y saltando sobre la hoguera, sabiendo que las llamas no nos queman, pero sí nos dan la fuerza necesaria para saber encontrar en nuestro corazón, la brasa del amor.
Una voz extraña, llama nuestra atención, se trata de un anciano duende, que siempre está cantando una preciosa canción. Todos los seres elementales le acompañan y juntos, cantan. Los escuchamos atentamente.
(pausa)
Salomé quiere que conozcamos la historia de la canción del duende. Así con mucha gracia y emoción, nos empieza a explicar el siguiente relato:
Iba el anciano señor duende caminando un buen día, cuando de repente en un nido hecho por águilas, encontró un precioso bebé de tan sólo unos días de vida. Sonreía, juntando sus manitas y sus pies. Al acercarse al bebé, se dio cuenta de que era una niña. Una niña muy especial. Sus gorgoritos, comenzaron a escucharse por todo el Bosque, llamando la atención de todos. Algunos al ser testigos de lo que estaba ocurriendo, gritaron:
- Un bebé humano en medio del Bosque!!!
Entonces, un gran despliegue de seres elementales, desde los de tierra, a los de fuego, agua y hasta los de aire, alarmados, fueron a llamar a sus congéneres. Cuando de repente, el anciano duende gritó:
- ¿Qué está ocurriendo aquí…? ¿A qué viene tanta algarabía…? Vais a despertar a la niña – se enfadó.
Yo, Salomé, que por entonces era una jovencita adolescente y descarada, reñí al viejo anciano cascarrabias, por impedirnos disfrutar con él de aquel mágico hallazgo.
Todos observamos como el duende, preparó el nido para ser transportado y se llevó a la niña a vivir con él.
Algo le ocurrió al anciano, pues no permitía que nos acercáramos. Se encariñó tanto con la pequeña que durante varios días y noches, no cejó de desvivirse por ella. La pequeña le respondía sonriendo y dando palmaditas. Sus ojos eran el vivo retrato del corazón más tierno y sagrado que jamás nadie hubiera imaginado.
Un buen día, los elementales se asustaron, pues escucharon como unos seres humanos merodeaban por el mismo Bosque y advirtieron que algo estaban buscando.
Como soy el hada más orgullosa de esta tierra, no tuve menos que acudir a enterarme de lo que estaba pasando. Me acerqué a la pareja que sigilosamente estaba ya a pocos pasos de donde nos encontrábamos. Eran, un joven muy apuesto, acompañado de su bella dama. Entonces, creí estar en lo cierto, al sentir que podrían ser ellos los padres de la pequeña.
Rápida batí alas y fui a comunicárselo todo al señor duende. Éste recibió muy mal la noticia.
Unos juguetones silfos, comenzaron a revolotear sobre la niña, a lo que ella respondía riendo y haciendo nuevos gorgoritos que aprendía durante el día.
Hálima, que así se llamaba la mujer humana que acompañaba a aquel señor, de nombre Karom, reconoció el sonido del bebé. Corrió tras aquella preciosa risa. Karom la siguió.
De repente, dieron con el señor duende, que hacía ver que no los había visto.
- Perdón – se escuchó decir a Hálima - ¿Dónde está la pequeña…? ¿La ha visto usted…?
- Pues claro. He sido yo quien ha cuidado de ella. Preparándole puntualmente su biberón, riendo y jugando y cantándole nuestra canción – aclaró el viejo que no debía ser tan gruñón.
Entonces Hálima, se acercó al señor duende con la intención de exigirle ver a la niña, pero rápido, cambió de opinión. Esperaría a que fuera el duende quien se la mostrara. Pues sintió que aquello era lo mejor.
Al Señor Duende, le llamaban así, pues era el más anciano. Ninguno conocíamos su nombre. Nadie supimos nunca porqué siempre era él, quien sabía todo lo que ocurría en el Bosque. Entonces viendo que el anciano duende ignoraba el deseo de Hálima, decidí intervenir:
- ¿Con qué alimentas al bebé…? – pregunté, como si nada, intentando entablar conversación con el viejo cascarrabias.
Mientras, el Señor Duende parecía ignorarnos. Sin siquiera mirarnos, continuó labrando su parcela. Finalmente dijo:
- Hiervo caña de azúcar, le extraigo el dulce. Macero en una cazuela, corteza de la planta lechosa de la papaya. Lo mezclo todo hasta formar un brebaje consistente pero líquido y se lo doy a pequeños sorbos – confesó, mostrando toda su buena fe.
- Pero, ¿sabes que la niña no sobrevivirá mucho tiempo con tan limitado alimento? Es un Ser Humano, no pertenece a nuestro reino – sentí que se lo tenía que advertir.
Un grave gruñido resonó, chocando contra los árboles, provocando que se sacudieran las hojas. El Señor Duende gruñía y labraba, intentando controlar sus emociones. Le había cogido un gran cariño a la pequeña, eso se notaba. En su fuero interno sabía que llegaría ese momento.
Fue entonces, cuando resignado, gritó:
- Esperad!!! – miró al cielo y continuó diciendo – cuando el sol se alinee con esa encina, tengo que darle su siguiente comida y se la pienso dar yo – dijo firme, quebrándosele la voz –. Cuando acabe de su siesta, os la entregaré – le aseguró a Hálima, con un gran nudo en su Corazón.
En el Bosque, todos los presentes quedaron mirando al cielo, tomaron asiento y observando el astro sol, esperaron en silencio. De tanto en tanto, unos dolorosos sollozos, rompían el silencio que habían creado entre todos. Eran las lágrimas del Señor Duende. Lágrimas que surcaban las arrugas de su cara para caer sobre la tierra, humedeciendo las semillas que plantaba.
Por fin, el sol se alineó con la encina y todos expectantes, comprobaron como el Duende daba de comer a la niña. La pequeña, no paraba de reír y hacer graciosas muecas que llenaban de Amor todos los rincones del Bosque. Cuando acabó su ración, el Duende le pidió a la pequeña que se durmiera y que llevara siempre con ella esa paz.
- Cuando despiertes estarás en una preciosa casa con ella, con tu madre y también con él, con tu padre. Yo nunca te podría dar, lo que ellos pueden hacer. Pero quiero que sepas, que siempre en mi Corazón te llevaré. He sido muy feliz durante estos días, cuidando de ti y explicándote bellas historias que durante eones, han ocurrido sólo en este Bosque. Eres quien más conoces mis secretos, por eso sólo a ti, te voy a dar mi nombre – se hizo una pausa.
Todos los presentes lloraban con el Duende, nadie osó emitir palabra. Hálima, los observaba llena de Amor, pues comprendía el dolor que suponía una separación. El Duende entonces, por vez primera en toda su existencia, dijo:
- Soy Dariel, el primero que aterrizó en este reino, cuando Dios creó este Bosque, para acoger a todos los que participamos de la creación de este planeta. He esperado eones, para conocerte, pues sé muy bien quién eres.
Mientras Dariel se explicaba, la niña se había quedado dormidita.
- Dejadme que le cante por última vez nuestra canción.
Todos quedaron de nuevo en silencio. Dariel, se acercó al oído de la pequeña y cantó. Su canción era el soneto más eterno que jamás nadie imaginó. El sonido alcanzó todo Hetram. El mensaje llegó a todo aquel que tenía que llegar. Cuando acabó de cantar, se dirigió más sereno que nunca a Hálima. Fue entonces cuando le dijo:
- Esta niña es muy especial. Abrirá al mundo, la Verdad. Sé que serás una buena madre y que el padre cuidará de ambas. No todo será un camino de rosas, pero al final, todo regresará a su lugar. No dudes nunca de eso – sentenció -. Ahora vete!!! Vete rápido, antes de que me arrepienta – gritó, denotando su gran enfado.
- Dime quien es mi hija – suplicó Hálima.
- Ella es la Madre de todos. Es el Corazón Humano que ha alcanzado el Amor Sabiduría Universal. Ella es la más auténtica Verdad.
Hálima, no se sorprendió, en el fondo lo sabía. Sintió la complicidad que existía entre su hija y el duende. No pretendía privar a Dariel del contacto con la niña. Entonces le propuso que de tanto en tanto, la acompañaría al Bosque para que se vieran. A lo que Dariel respondió:
- No. Deja que sea ella quien me encuentre. Yo cada día cantaré nuestra canción. Sabrá reconocerla – aseguró.
Hálima, se acercó por vez primera al bebé. Cuando la estrechó entre sus brazos, la niña sonrió dormida.
Dariel, caminaba cabizbajo y dando zancazos, de espaldas a la situación y sin girarse dijo:
- Su nombre es Handirae.
Todos perdieron de vista al Señor Duende. Sin más había desaparecido. Mientras Hálima y Karom caminaban con la pequeña Handirae, todos los seres que habían sido testigos, los acompañaban. Sin casi advertirlo, un águila se posó sobre una rama, la de un árbol que estaba en su camino. Y luego apareció otra, y más tarde otra, y otra más, y así hasta un centenar, quizás un millar. El camino de Handirae, quedó marcado para siempre por esta especial especie de aves.
Salomé no puede evitar el emocionarse tras explicarnos a todos los presentes, este precioso relato. De cómo el reino elemental y el osado Señor Duende, alimentaron con su amor a la Madre de la Humanidad.
Dariel, el anciano duende, se acerca a nosotros. Sabe que este día es muy especial para todos. Acuario, se adelanta y le abraza. Ella conoce muy bien a Handirae, pues gracias a esa capacidad de amar, Acuario fue capaz de entregarse en cuerpo y alma a los demás, con toda su gratitud y sabiduría. Eso era lo que la hacía tan especial. Los duros momentos, grises y oscuros, de luchas internas, aprendiendo a darse a los demás, se habían acabado. Para Acuario servir a la humanidad, era saber que formaba parte de un plan muy especial y que ella, tenía un papel vital que aportar. Gracias a su gran humanidad, podía garantizar y sostener la conciencia global, así como mostrar donde se halla el verdadero hogar.
Cuando Acuario, se colocó en su trono, Handirae, había llorado de emoción, pues finalmente todos iban a poder beneficiarse de lo que es el verdadero amor.
El duende y Acuario quieren mostrarnos algo, nos piden que los sigamos. Los seres elementales que nos acompañan, hacen lo mismo. Algunos, los que revolotean sobre nuestras cabezas, ya saben a dónde nos dirigimos. Otros, los más rezagados, corren siguiendo las huellas que dejamos, porque no quieren perderse nada.
Paseamos por el Bosque en silencio, observando todo aquello que nos encontramos. Disfrutamos del momento.
(pausa)
Una espesa nube de águilas, se acerca a nosotros. Se han enterado de que hoy vamos a sentarnos definitivamente en nuestro trono. Según nos comentan, Handirae las ha enviado, su deseo es que todos nosotros la conozcamos como en realidad es. Alcanzamos un amplio lugar, precioso, espectacular. La llanura está guarnecida de preciosos jardines reales, y los jardines a su vez, rodean un peculiar templo. Se trata del Templo de Miguel. Quedamos extasiados, observando la fuerza que desprende el lugar. Es impresionante sentir la calidad de hogar que se vive allí, con sólo entrar. El palacio, luce una cúpula de cristal en la que se refleja el mismo cosmos. Entramos. Un elegante y apuesto caballero, nos está esperando. En su cinto porta una espada, es el arma con la que aplica la Ley. Su belleza y su poder son inalcanzables. Nos observa con una gran ternura y unas verdaderas ganas de que tomemos posesión de nuestros respectivos tronos. Es un día muy anhelado para todo el cosmos. Es la primera vez que la humanidad alcanza su lugar de poder, de ese poder, idéntico al de Miguel, y al de ningún otro.
Nos indica que pasemos. Caminamos por un suelo translúcido. A nuestros pies no hay nada, más que el vacío cósmico. Miguel nos conduce a una puerta de Luz y destellos dorados que lo inundan todo. Hemos llegado a la Cámara del Trono. Solamente Miguel puede abrirla, sabe todo de nosotros, por eso tendrá que tomar la decisión de dejarnos entrar o no. Todo depende de nuestra verdadera intención. Si hemos llegado hasta aquí con la humildad y la intención clara de completarnos, para no depender nunca más de nada ni de nadie, tendremos acceso asegurado, en caso contrario tendremos que regresar y esperar otra ocasión.
La puerta se abre. Entramos en la sala. No hay absolutamente nada. Sólo vacío y silencio. Miguel nos pide que avancemos. La sensación es que nos vamos a caer al vacío.
En el instante preciso en el que decidimos avanzar, sin dudar y con la fe como abanderada, un precioso trono aparece ante nuestros ojos. Es el trono de poder, el asiento de la individualidad del Ser. Como sabemos, sino conectamos con nuestra individualidad, jamás podremos alcanzar la globalidad. El Uno y el Todo son eso.
Tomamos asiento. Al hacerlo, sentimos como todos los canales de todos nuestros cuerpos y aspectos, comienzan a sufrir una vibración muy especial. Una vibración que llega desde lo más profundo de nuestro Ser. Todo se recoloca, cada cosa en su lugar, todo se desplaza, y todo se reconfigura de nuevo, recuperamos los códigos de quienes somos… Y permitimos que todos estos movimientos lumínicos, fotónicos y vibratorios hagan su trabajo…
(pausa)
Cuando abrimos los ojos vemos a Miguel ante nosotros, trae consigo la vara de poder, es una especie de haz de luz, que coloca en nuestro corazón, únicamente cuando estamos preparados para ello. Esta vara servirá para activar nuestra divinidad. Es el poder de la conciencia sagrada, de la conciencia de la humanidad de la nueva tierra. Miguel coloca la vara en nuestro corazón. Al instante, sentimos como algo en él, cristaliza. La vara ha alcanzado nuestra esencia primigenia. Ésta ha cristalizado, generando bellos fractales lumínicos. Es entonces cuando Miguel se despide de nosotros. Aprovechamos para darle las gracias por haber sido un gran referente para todos y ensañarnos donde se halla el verdadero poder.
Al salir del templo, somos testigos de cómo Leo y Acuario, como dos enamorados, se entregan el uno al otro. Él parece un firme reflejo de Miguel y ella, con su simpatía y con idéntico poder, luce toda su sabiduría, para mostrársela a todos, pues esa es en realidad su función.
Los seres elementales, se sienten más emocionados que nunca antes, por fin los humanos se han entronizado, por fin cada uno sabrá quién es y de ese modo respetará al otro. Celebran que el conflicto haya terminado y que a partir de ahora, nadie imponga su poder sobre el otro.
Salomé, nos hace una señal. Parece que el anciano duende, tiene una sorpresa para todos. Nos indica que miremos hacia la arboleda del fondo. A lo lejos observamos una silueta que avanza en dirección a donde nos encontramos. Algunas ninfas y algunas hadas, muestran su asombro. Dariel nos indica que ella es la Madre, que ella es la niña que siempre tanto ha amado. Ella es el ser que sostuvo con su fortaleza, el vacío de amor en cada una de nuestras vidas, para que ninguno de nosotros perdiéramos jamás el útero al que regresar, cuando nuestra finalidad hubiera llegado a término.
Handirae, con una larga cabellera y un vestido hecho de encaje y seda, parece flotar. Finalmente, cuando llega tiene el deseo de besarnos y abrazarnos a todos.
Sentimos su abrazo y el tierno beso y nos quedamos disfrutando de este entrañable momento.
(pausa)
Agradecidos como nunca antes lo hemos estado por este especial día, advertimos que es el momento de regresar. Conscientes de la intensidad del día, con el Amor de la Madre y anclado nuestro poder, nos disponemos a volver.
Sin perturbar el silencio y la paz que lo invade todo, dejamos este mágico lugar…
Hemos alcanzado el Bosque y hemos estado en el Templo de Miguel, siempre que lo deseemos podemos volver. Salomé nos sonríe, invitándonos a descubrir su reino. El anciano cascarrabias, está tan contento porque Handirae ha dado con él, que se ha olvidado de nosotros. Los observamos, sentados sobre un tronco, cogidos de la mano, recordando viejas historias. Podemos escuchar sus risas y el amor que sienten el uno por el otro.
El resto de duendes, hadas, silfos y salamandras, así como, las ninfas y otras muchas clases de gnomos, nereidas y ondinas, aplauden incansables. Nos despedimos de todos y poco a poco, sentimos como regresamos… El vórtice de luz aparece de nuevo ante nosotros…
Sentimos su mágica atracción y nos sumergimos en su interior…
Entramos de nuevo en el más profundo silencio y poco a poco, de vuelta a nuestro Corazón Sagrado, sentimos como la burbuja de conciencia, se eleva y nos conecta con nuestro cuerpo de nuevo…
Sentimos las extremidades, el tronco y la cabeza y lentamente podemos ir abriendo los ojos…
Feliz Luna Llena a Todos…
Introducción a la Luna LLena en Capricornio. Serie: Transformación Arquetípica
En esta ocasión vamos a remontarnos a esa fuerza espiritual que sin plantearse lo contrario, se separa del grupo, arriesgando y poniendo en peligro su integridad, para subir a la cúspide y desde allí observar algo que desde la planicie es totalmente imposible de ver. El hecho de subir la cuesta por sí mismo, conlleva el alejamiento de todo aquello que formaba parte de su vida hasta el momento, pero que ha llegado la hora de abandonar. Siempre se encontrará con la oportunidad de regresar, pero siendo otro, jamás el mismo que partió. Esta es la naturaleza misma del padre, de ese padre ancestral que tenía la obligación de alejarse del poblado para buscar comida, que tenía que arriesgarse lejos de su tierra natal, para conocer otros mundos en los que expandirse y enriquecer así a su familia. Esta naturaleza capricorniana, en la actualidad es la que ha corrido el riesgo del descarrío, pues ese afán por descubrir nuevas fronteras, por traer a su familia cosas nuevas, se puede haber convertido en un poderoso grado de ambición por la fama y el éxito, tanto profesional como artístico. Y ese potencial, puede ser una gran forma de egoísmo por desear querer alcanzar un lugar de poder. La humildad no es la virtud esencial de esta fuerza, más bien todo lo contrario. Tras esa máscara de predisposición, se oculta un ser frío y calculador que es capaz de dejarte con lo puesto, por tal de ser él quien alcance y muestre todo aquello que considera que es lo mejor para todos, por supuesto, desde su perspectiva, sin tener en cuenta el sentir del otro, si lo que es incorrecto para él, es en cambio lo que hace más feliz al prójimo. En definitiva, tiene un problema con el permitirse ser, ya que puede ser un gran dominante, incapaz de ceder. Esa forma de padre al que todos en algún momento nos hemos revelado, sobre todo en la adolescencia, cuando el padre nos quiere imponer algo que va en contra de nuestro sentir. Sólo cuando nos enfrentamos a esta forma ancestral de poder y sabemos decirle que no, que ya no queremos vivir condicionados por su forma de “amor”, es cuando podemos emanciparnos de la casa del padre y descubrir qué es aquello tan espectacular y fantástico que se oculta en el hogar de la madre. Ese corazón que se ha hecho fuerte, gracias también a las heridas, pero que ha llegado el momento de mimar para que pueda continuar sosteniendo el amor incondicional. Es entonces, cuando Capricornio descubre a la madre y entre ambos crean la más bella alianza, basada en el amor verdadero. Es entonces cuando ella ocupa su lugar y la familia comienza por fin a brillar. La Luz aparece, gracias al amor que los congéneres se tienen y sólo desde esta noble expresión de entrega, se acaba toda lucha y toda forma de vida, basada en la competición. Ya no hay necesidad de ambición, pues el mayor anhelo para Capricornio, será que la Conciencia Crística fluya a través de su ser, convirtiendo toda expresión de falso poder en un mundo nuevo. Ese mundo que sólo habrá podido ver, penetrando en la cúspide de sus adentros, dejando a su mente ciega, para así poder ver. Entonces, desde la misma cúspide, clamará al cielo, todo aquello que brindó su ser y el cielo responderá, haciendo brillar su nombre cuando a ella le haya respetado y admirado su forma de crear hogar, nunca antes. Es así, porque así tuvo que ser.
Meditación Luna en Capricornio
Soy la expresión del Poder del Espíritu manifestándose en el mundo con magnanimidad y para conocimiento del mundo. Llevo en mí la semilla de la Sabiduría. Soy la Protección de mi familia, la familia Universal. Subo a la colina, oteo y al descender, muestro un nuevo amanecer, en el que sólo Tú y Yo juntos, conseguiremos hacer brillar al mundo.
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso lentamente…
Solicitamos la presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Ante nosotros, se abre una gran puerta de intensa luz dorada, en su centro hay un vórtice energético, tan poderoso y amoroso que sentimos ganas de penetrar en su interior.
Al permitirnos ser absorbidos, accedemos a un espacio en el que el silencio es absoluto. Y en este silencio, respiramos mientras nos conectamos con nuestro cuerpo de Luz. Ante nosotros aparecen incontables imágenes, en las que son proyectados todos nuestros logros como seres humanos. Nos sentimos agradecidos y orgullosos, de haber conseguido ser la expresión de lo más inmenso y poderoso, nuestro Gran Ser Espiritual… ese que en realidad siempre fuimos nosotros…
Todo se produce en el más absoluto silencio. Sentimos nuestro Espíritu más anclado que jamás antes lo hubiéramos sentido. Sentimos nuestra completitud y nos fundimos profundamente con ese sentimiento. Es tanto el Amor y la paz por lo que estamos viviendo, que un extraño éxtasis nos abraza, produciéndonos un estado de Amor tan puro, que no existe nada más en el Universo capaz de provocar ese sentimiento tan profundo…
Es el abrazo de Dios Padre y Madre…
(pausa)
Ante nuestra mirada, se abre un sendero guarnecido de piedras blancas, que parecen indicar un camino. Sin pensárnoslo, caminamos por el sendero oteando, de lado a lado, a ver que podemos descubrir. Casi sin advertirlo, el sendero comienza a inclinarse. Nos damos cuenta porque a cada paso aparece una dificultad mayor. Mientras el pasaje del principio era cálido, lleno de flores rojas y aromas inconfundibles de las hierbas que plagan la zona, ahora la naturaleza ha virado, las rocas no permiten que las hierbas crezcan sobre ellas. El paisaje, se ha tornado agreste, eso nos indica que estamos alcanzando un lugar muy elevado. Un lugar que se halla en la cumbre de una mágica montaña. Una montaña sagrada, que oculta una preciosa historia. Continuamos caminando, pese a que se nos comienzan a agotar las fuerzas. Una duda nos inunda, ¿estamos alejándonos en demasía de aquello que conocemos? ¿Y si no encontramos el camino de regreso? – nos preguntamos.
Entre la aridez del suelo, debido a las rocas que casi lo invaden todo, podemos observar, como pequeñas especies de flores cuyo núcleo es diamantino, nos regalan un chispeante resplandor de brillos durante todo el camino. Según nos indican quienes nos acompañan, son guirkalas, una flor muy peculiar, que sólo puede encontrarse tras muchos días y noches de camino. Su brillo nos ayuda a alcanzar, ese lugar sagrado, al que todos y cada uno de nosotros tenemos que llegar. Las guirkalas, parecen diminutos guijarros, rodados por el tiempo, están envueltos de pétalos de color fucsia. Este color se refleja en el diamante que a forma de espejo, nos deja ver nuestro rostro, cuando nos miramos en ellos, podemos contemplar sin dudar, la esencia de nuestro corazón, ese lugar hermoso que como las guirkalas, se ha tornado un diamante, tras vidas y vidas de luchas, desconfianzas e incluso hechos aberrantes. Cuando menor tamaño tiene el diamante, más pura y perfecto ha crecido, sin arrastrar en su crecimiento, viles ataduras ni condicionamientos de antiguos y viejos caminos.
Aprovechamos para elegir una guirkala que nos permita observar el diamante que hemos forjado en nuestra evolución. Su pureza y perfección dependerá del tiempo que le hayamos dedicado a nuestro trabajo interior. Sólo trabajando sin desfallecer, se origina su brillo, los apegos y otras dependencias, velarán la verdad que se oculta tras cada ventana de nuestro cristal.
(pausa)
Continuamos ascendiendo, conscientes en todo momento del trabajo que todavía queda por hacer. Sabemos que al alcanzar la cúspide vamos a encontrarnos con los niños y niñas que nos aguardan para recibir a Capricornio y que nos hable de la implicación de todos nosotros, con respecto a la evolución, pues es él quien más conoce la forma de proceder.
Si elevamos la vista, comprobamos que todavía queda un largo trecho hasta alcanzar la cima. El camino de piedras blancas, parece que no se acaba, es entonces cuando nos parece que flaquean nuestras fuerzas y es entonces el momento en el que tenemos que estar más atentos, para saber parar cuando llega el momento. Decidimos resguardarnos, bajo la sombra de un precioso árbol, cuya copa es tan grande que cabemos todos. Se trata de un anciano sicomoro, quien da cobijo a todas las almas, que han penetrado en el sendero. La exigencia del padre, hace que nuestro corazón se agote, es entonces cuando pone los medios para que nos recuperemos. Nunca nos dirá cuando tenemos que llegar, pero sí que es nuestra obligación hacerlo y eso ya es estar conectados a la Voluntad.
(pequeña pausa)
Tras haber descansado un tiempo, volvemos a coger aliento y de nuevo nos incorporamos al sendero.
- Atención!!!! Parece que se escuchan voces.
Una alegría increíble nos invade, por fin podemos ver a los niños y niñas que nos esperan en este día tan entrañable. Es increíble la visión que se tiene desde este lugar. Si nos asomamos, podemos ver los ríos, las fuentes y los grandes valles, las praderas, las calles y los más increíbles y mágicos lugares, pues desde esta atalaya, la visión es sagrada y a un sólo salto del cielo, te haces consciente de que aquí no acaba nada.
Los niños y niñas juguetean con las nubes y entre risas y juegos, ellas les regalan increíbles formas para adivinarlas. Cuando nos encontramos, están intentando adivinar una formación espectacular.
Nos gritan:
- ¿Nos podéis ayudar…?
Las nubes parecen reírse de nosotros, pues cada vez que intentamos concentrarnos en adivinar, ellas se mueven y lo cambian todo. Desistimos en el pícaro juego, mientras sentimos las risas de las nubes, de los niños y de las niñas.
- (Risas - Tània)
Capricornio, pese a su avanzada edad, consiguió alcanzar la cumbre, tal y como lo hicieron los demás. La ancianidad, se reflejaba en su rostro, que ajado y arrugado por el tiempo, le otorgaban no sólo fuerza sino también un alto grado de exigencia, tan propio de su esencia.
Los niños y niñas y todos nosotros, acompañamos a Capricornio, teniendo muy claro que lo conocemos muy bien. Su aire, ciertamente viril, hace que su mente se transparente ante los corazones que estamos ante él, deseosos de conocerle.
Los increíbles maullans hacen acto de presencia, rodeando a todos los presentes, mostrándoles su gran capacidad de amar. Sin más, comienzan a ronronear, acurrucados y felinos, como ahora su nueva esencia les permite mostrar. Entre ronroneos y maullidos, sus pelajes, nos confortan a todos los presentes. Ellos, se han convertido en bellísimos peluches, que de tan amorosos, son más que entrañables.
Tras esta muestra de cariño que los maullans nos muestran, los más pequeños están profundamente extrañados por el distanciamiento que el anciano marca con todos ellos. No están acostumbrados a esa frialdad. Es entonces cuando Capricornio al advertirlo les dice:
- Esta falta de empatía que sentís que tengo, es mi forma de ser, pues siempre llevo a la mente y analizo todo lo que mis ojos son capaces de ver. No quisiera asustaros por ello, porque como ahora os explicaré, mi Ser ha transformado todo aquello que en mi camino desvirtué.
Al ser el más anciano, viajo y viajo, conociendo el mundo y todo lo que en sus rincones se esconde para no perderme nada. Aprendí a curtir mi mente cada día, al caminar entre la ferocidad de los tiempos, observando atentamente como el entorno reaccionaba ante lo que yo le mostraba. Cuando siento al otro derretirse por el dolor de la vida, tiemblo de agonía, pues temo debilitarme con ellos, y eso es algo que no soy capaz de permitirme. Siempre tengo que estar atento, ágil y fuerte. Por algo soy el hombre.
- Capricornio, tengo una duda, ¿porque consideras que sentir intensamente es una debilidad…? - preguntó una preciosa niña, cuyo corazón era su máximo potencial.
Capricornio, miró en ese instante a su bella dama Cáncer, quien con toda su pasión y con un precioso brillo en sus ojos, asintió, haciéndole saber, que no se preocupara por lo que iba a delatar de sí y que tanto con ella tenía que ver. Todo el conflicto que había existido entre ellos, se había basado en el desconocimiento el uno del otro. Ahora, ya se conocían, y la sinceridad era el flujo que emanaban tras su complicidad, todos y cada uno de sus días.
- Tienes razón al evidenciar que sentir, en ningún caso es una debilidad, pero tengo que decirte que las circunstancias de la vida, te llevan a crear actitudes que sirven en su momento para ir mucho más allá. A ese lugar que la mente, en su condición de conocer siempre más y más, te invita a arriesgarte, alejándote de lo que ya conoces, para descubrir qué se oculta en otro lugar.
En muchas ocasiones, si me hubiera dejado atrapar por la emoción, me hubiera sido imposible liberarme de cosas que no portaban nada novedoso a mi familia, para su evolución.
Llevo en mí mismo un gran descubridor y un gran y portentoso talento, para crear algo que mejore cualquier realidad, que tenga que perecer y nacer de nuevo.
Capricornio, por un breve instante pareció emocionarse, pero rápidamente corrigió esa sensación de que podría desmoronarse, jamás se lo permitió. Y así entre esa lucha entre la mente y la emoción, continuó explicándose:
- A lo largo de los tiempos, he tenido que arriesgar mi vida, para dar de comer a mi familia, para que nunca faltara el sustento, para que todos y cada uno de ellos, tuvieran todo aquello que yo consideraba que necesitaban. Me encantaba tenerles contentos. Pero, tras esta vanidad, poco a poco y casi sin darme cuenta, cambié lo sentimental por lo material y profesional. Cada uno de mis días ejercí influencia sobre el entorno, al hacerles creer a todos que cuando mejor se vive es cuando crees haberlo conseguido todo. Les hice que creyeran que el éxito profesional, la abundancia económica y todo aquello que pudiera uno ambicionar, era lo que en verdad nutría la vida.
- Pero Capricornio, ¿cómo pudiste creer eso y además hacérselo creer a los otros…? ¿Por qué te creías tan poderoso…?
- Esa fue la mayor mentira de mí Ser, creer que aquello que yo creía era lo que necesitaban los otros. Oculto tras esa gran mentira, creé la necesidad de que todos los que se sentían inseguros, dependieran de mí, de mi gran capacidad para vivir con éxito la vida. Todo por pura ambición y búsqueda de admiración.
- ¿Ambición…? – le interrumpió de nuevo la niña que se contrariaba a cada explicación que Capricornio daba -. ¿Qué es eso de ambición…? ¿Era acaso esa tu profesión? ¿Esa que traía a tu vida tanto éxito?
Los mayores rieron ante la ocurrencia y claridad que aquella niña estaba trayendo ante la mirada atenta de Capricornio, que reprimió el deseo de abrazarla para no permitir que todos fueran testigos de cómo se emocionaba, ante alguien tan inocente e ingenuo.
- La ambición, no era mi profesión, pero sería una buena forma de ponerle nombre. La ambición es esa fuerza que te induce a querer alcanzar una posición mejor, un nivel o un estamento al que sólo unos pocos pueden llegar. El gran problema de ambicionar, es que cuando esa fuerza la diriges a un objetivo, con la intención de recibir de los otros, admiración, idolatría o algún tipo de adoración, esta fuerza se convierte en una forma más de poder sobre el otro, sobre aquel que no ha alcanzado como tú, ese nivel. Y aquí es cuando aparece, la perdición de mí Ser.
Me he dejado llevar frecuentemente por ello, por el deseo de ser idolatrado, incluso por el orgullo de haber sido endiosado, gracias a mi gran capacidad de ver y controlar, algo que no es un don de todos. Tanta ha sido mi ambición, que en ocasiones y sin escrúpulos, no he dudado en arrasar a quien ha intentado detener mi escalada.
Cáncer, visiblemente angustiada por la angustia que no era capaz de mostrar el padre, le tendió su mano. Entrelazaron sus dedos y todos pudieron sentir su increíble enamoramiento.
Sin dudarlo, la dama quiso decir algo:
- Es cierto que fui yo, quien más padecí su comportamiento, quien siempre le esperé, mientras se dedicaba a trepar por el mundo sin un instante de descanso ni placer. Le vi agotarse, le vi ajarse, le vi desesperarse. Le vi en todas esas frustraciones que le sobrevenían cada vez que no conseguía su meta. Es cierto que intentó comprar mi silencio, cubriéndome de joyas, de bienes y de muchos otros lujos. Todo, cosas banales y materiales que nunca alcanzaron mi Ser. En mi duelo, como sabéis, viví soñando que él me miraba, que algún día descubriría que yo también existía en su mundo, aunque me ignorara. Lo único que exigía mi Corazón, era que me brindara bellas odas, creadas desde la intensidad de nuestro amor, para saber que me amaba por quién era y no por quien aparentaba ser. Me harté de decirle cada día que lo amaba a él y no a sus bienes, ni a su capacidad de alcanzar lo inalcanzable, que quería un hogar, lleno de amor y humildad, antes que una casa llena de lujos y vacía de pasión.
Mientras Cáncer se explicaba, por fin Capricornio lloró. Derramó lágrimas por sentir lo que el Corazón de Ella, clamaba con toda la razón. Apretó con fuerza la mano que estrechaba de su dama, con la intención de que todo su Amor le invadiera directamente el Corazón. Y mirándola de frente, continuó:
- Se apoderó de mí tanto el deseo de éxito y ambición, que incluso fui capaz de olvidarme de nuestros hijos. Trabajé de forma inagotable. Crecieron abandonados por el sentir del padre. He de confesar que es lo que peor llevo. Lo considero imperdonable.
- ¿No jugabas nunca con ellos…? – inquirió la pequeña, que tenía una relación entrañable con su padre.
- Tengo que confesar que no, aunque duela, lo consideraba una tontería, creía que ellos ya se espabilarían. Trabajar se convirtió en la única motivación de mi vida. Mi cuerpo y mi alma se resentían, pero aún así, no era capaz de detener por mi mismo mi absurda vida. Tuvo que ser algo superior a mí quien frenara mi locura. Sólo había una cosa que me podría hacer reaccionar.
- ¿Y qué era eso tan mágico que te transformaría…?
- El fracaso. Sólo el fracaso constante iba a obligarme a mirar en otra dirección y un nuevo fracaso en otra, hasta que mi Ser diera con el pozo de su ambición y entonces, fue cuando supliqué quedarme ciego. Ciego para dejar de ver fuera y por fin mirar dentro. Así fue como di con Ella, quien en mi desesperación me permitió conocer, algo que durante eones se había escapado a mí control. Al creerme dios, no precisé de Él. Cuando le necesité, Ella me dijo, ahí está, nunca te abandonó, como tampoco lo hice yo.
Fue únicamente esta Verdad mayor la que me hizo reaccionar. Ese fue el mismo día en el que la humildad entró en mí. Así conocí al verdadero Padre. A ese mago que se esconde para sustentar la magia del existir. El Hogar del Padre me parecía por aquel entonces una falacia, pues en mi sentir creí que la magia era cosas de ellas, para nutrir sus debilidades. Cuando permití entrar al mago, mi Conciencia se tornó Crística y todo viró a un color que tendría que aprender a conocer. El poder y la exigencia murieron y sólo permití a la humildad, invadir mi mente con el fin de conocer esa Verdad inminente.
- ¿Cuál fue esa Verdad tan grande?
- Que sin Ella, sin su constancia y tesón, sin su capacidad de Amor, jamás me hubiera transformado, jamás hubiera de la cumbre bajado. Hubiera sido sólo la autodestrucción la fuerza que me hubiera alcanzado. Sé ahora que la vida sencilla, es el mayor de los tesoros y que la plenitud interior, es la mayor ambición. Mi Mente vaciada de todo, está en paz con mi Corazón. Subir la cúspide es para mí una tradición, pero ahora subo para encontrarme con Dios, a quien cada uno de mis días me entrego, pues son ellos Padre/Madre mis auténticos guías y el mayor de mis tesoros.
- Gracias Capricornio por ser tan sincero y sobre todo por haber transformado eso inferior que en nada ayudaba a tu familia. Te lo digo en nombre de todos los hijos e hijas que padecieron tu comportamiento.
Capricornio, esta vez no reprime sus sentimientos, se levanta y abraza a la dulce niña que está sacudiendo su Corazón. La levanta en brazos, dándole un pequeño beso, pese a que no se le agotaría nunca las ganas de mostrar que ahora sabía amar.
Al dejar a la pequeña en el suelo, ella sigue diciendo:
- La evolución nos afecta a todos y quiero que sepas, que en Hetram hemos disfrutado de ese Padre anhelado, y que gracias a tu transformación, tu verdadera forma de expresión, se ha materializado. Nuestros padres son los más maravillosos y amados seres. El Amor que existe entre nuestra Madre y nuestro Padre, es tan puro y verdadero que somos los Hijos quienes expresamos la Luz de la fusión de sus grandes Corazones. Por eso brillamos tanto. Ellos son los más grandes magos, nunca te olvides de eso.
Mientras la amorosa niña se explicaba, Capricornio, acoge entre sus brazos a un maullán, para acariciar su preciosa piel del color de la miel, que puede confundirse con el Sol, debido a que el pelaje está salpicado por infinitos destellos dorados. Entre caricia y caricia puede sentir como el maullán está siendo un reflejo de la libertad de su Mente. De cómo todos sus apegos se han esfumado y de cómo tras ello, el instinto y la fiereza está algo más que caducado. Los maullans son felinos, sumamente cariñosos. Son los félidos que habían mutado y sintetizado a los leones, tigres y leopardos, también a los pumas, jaguares y guepardos, así como todas las razas de gatos, alcanzando esta amorosa forma de expresión. Como peluches deseosos de dar Amor, se encargan de conducir siempre a la manada, como su naturaleza les demanda, pero ya no son ni huraños, ni desconfiados, ni tampoco se muestran agazapados, ni al acecho de nada, pues ya no sienten que tiene que ser ese su comportamiento. El motivo era que ya no existía la mente que los alimentaba. Fluyen cada día sin necesidad de controlar nada.
Uno de los maullans nos lava la cara con sus lamidos, nos está advirtiendo que es hora de descender de la mágica montaña en la que ya no existe siquiera el laberinto del alma, pues el amor que el Padre brinda ahora a la Madre, no tiene paredes, ni recovecos ni nada que pueda privarles de vivir sus sueños.
Alcanzamos el camino de piedras blancas que nos devolverá a nuestra casa. Y mientras descendemos, disfrutamos de todo aquello que la vida nos regala.
(pausa)
Agradecidos como nunca antes lo hemos estado por este especial día, advertimos que estamos llegando. Conscientes de la intensidad del día, con la claridad de nuestra Mente como vehículo de nuestro gran Ser y responsables de esta Verdad sobre el gran Amor que ha aprendido a tener la Mente por el Corazón.
Nos disponemos a volver.
Sin perturbar el silencio y la paz que lo invade todo, dejamos este mágico lugar…
Hemos alcanzado el valle, hemos aprendido a que la belleza no se encuentra fuera, que sólo es el juicio que la mente pone ante lo que ve, lo que nos predisponer a ser o no ser.
El maullán que nos acompaña, está entusiasmado por haberlo descubierto, eso significa que nuestra Mente ya no tiene miedo. Antes de partir, descubrimos de nuevo a nuestra berlania que tan amorosa como siempre insiste en mandarnos miles de besos…
Nos quedamos observando esa sonrisa tan especial, la de nuestra berlania y la de nuestro maullán. Ellos encumbran la paz de nuestro interior y esa es la paz que nos vamos a llevar cada día a nuestro Corazón…
Y poco a poco, sentimos como regresamos…
El vórtice de luz aparece de nuevo ante nosotros…
Sentimos su mágica atracción y nos sumergimos en su interior…
Entramos de nuevo en el más profundo silencio y poco a poco, de vuelta a nuestro Corazón Sagrado, sentimos como la burbuja de conciencia, se eleva y nos conecta con nuestro cuerpo de nuevo…
Sentimos las extremidades, el tronco y la cabeza y lentamente podemos ir abriendo los ojos…
Feliz Luna Llena a Todos…
Nos colocamos en nuestro espacio sagrado…
Relajamos el cuerpo, comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso lentamente…
Solicitamos la presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Ante nosotros, se abre una gran puerta de intensa luz dorada, en su centro hay un vórtice energético, tan poderoso y amoroso que sentimos ganas de penetrar en su interior.
Al permitirnos ser absorbidos, accedemos a un espacio en el que el silencio es absoluto. Y en este silencio, respiramos mientras nos conectamos con nuestro cuerpo de Luz. Ante nosotros aparecen incontables imágenes, en las que son proyectados todos nuestros logros como seres humanos. Nos sentimos agradecidos y orgullosos, de haber conseguido ser la expresión de lo más inmenso y poderoso, nuestro Gran Ser Espiritual… ese que en realidad siempre fuimos nosotros…
Todo se produce en el más absoluto silencio. Sentimos nuestro Espíritu más anclado que jamás antes lo hubiéramos sentido. Sentimos nuestra completitud y nos fundimos profundamente con ese sentimiento. Es tanto el Amor y la paz por lo que estamos viviendo, que un extraño éxtasis nos abraza, produciéndonos un estado de Amor tan puro, que no existe nada más en el Universo capaz de provocar ese sentimiento tan profundo…
Es el abrazo de Dios Padre y Madre…
(pausa)
Ante nuestra mirada, se abre un sendero guarnecido de piedras blancas, que parecen indicar un camino. Sin pensárnoslo, caminamos por el sendero oteando, de lado a lado, a ver que podemos descubrir. Casi sin advertirlo, el sendero comienza a inclinarse. Nos damos cuenta porque a cada paso aparece una dificultad mayor. Mientras el pasaje del principio era cálido, lleno de flores rojas y aromas inconfundibles de las hierbas que plagan la zona, ahora la naturaleza ha virado, las rocas no permiten que las hierbas crezcan sobre ellas. El paisaje, se ha tornado agreste, eso nos indica que estamos alcanzando un lugar muy elevado. Un lugar que se halla en la cumbre de una mágica montaña. Una montaña sagrada, que oculta una preciosa historia. Continuamos caminando, pese a que se nos comienzan a agotar las fuerzas. Una duda nos inunda, ¿estamos alejándonos en demasía de aquello que conocemos? ¿Y si no encontramos el camino de regreso? – nos preguntamos.
Entre la aridez del suelo, debido a las rocas que casi lo invaden todo, podemos observar, como pequeñas especies de flores cuyo núcleo es diamantino, nos regalan un chispeante resplandor de brillos durante todo el camino. Según nos indican quienes nos acompañan, son guirkalas, una flor muy peculiar, que sólo puede encontrarse tras muchos días y noches de camino. Su brillo nos ayuda a alcanzar, ese lugar sagrado, al que todos y cada uno de nosotros tenemos que llegar. Las guirkalas, parecen diminutos guijarros, rodados por el tiempo, están envueltos de pétalos de color fucsia. Este color se refleja en el diamante que a forma de espejo, nos deja ver nuestro rostro, cuando nos miramos en ellos, podemos contemplar sin dudar, la esencia de nuestro corazón, ese lugar hermoso que como las guirkalas, se ha tornado un diamante, tras vidas y vidas de luchas, desconfianzas e incluso hechos aberrantes. Cuando menor tamaño tiene el diamante, más pura y perfecto ha crecido, sin arrastrar en su crecimiento, viles ataduras ni condicionamientos de antiguos y viejos caminos.
Aprovechamos para elegir una guirkala que nos permita observar el diamante que hemos forjado en nuestra evolución. Su pureza y perfección dependerá del tiempo que le hayamos dedicado a nuestro trabajo interior. Sólo trabajando sin desfallecer, se origina su brillo, los apegos y otras dependencias, velarán la verdad que se oculta tras cada ventana de nuestro cristal.
(pausa)
Continuamos ascendiendo, conscientes en todo momento del trabajo que todavía queda por hacer. Sabemos que al alcanzar la cúspide vamos a encontrarnos con los niños y niñas que nos aguardan para recibir a Capricornio y que nos hable de la implicación de todos nosotros, con respecto a la evolución, pues es él quien más conoce la forma de proceder.
Si elevamos la vista, comprobamos que todavía queda un largo trecho hasta alcanzar la cima. El camino de piedras blancas, parece que no se acaba, es entonces cuando nos parece que flaquean nuestras fuerzas y es entonces el momento en el que tenemos que estar más atentos, para saber parar cuando llega el momento. Decidimos resguardarnos, bajo la sombra de un precioso árbol, cuya copa es tan grande que cabemos todos. Se trata de un anciano sicomoro, quien da cobijo a todas las almas, que han penetrado en el sendero. La exigencia del padre, hace que nuestro corazón se agote, es entonces cuando pone los medios para que nos recuperemos. Nunca nos dirá cuando tenemos que llegar, pero sí que es nuestra obligación hacerlo y eso ya es estar conectados a la Voluntad.
(pequeña pausa)
Tras haber descansado un tiempo, volvemos a coger aliento y de nuevo nos incorporamos al sendero.
- Atención!!!! Parece que se escuchan voces.
Una alegría increíble nos invade, por fin podemos ver a los niños y niñas que nos esperan en este día tan entrañable. Es increíble la visión que se tiene desde este lugar. Si nos asomamos, podemos ver los ríos, las fuentes y los grandes valles, las praderas, las calles y los más increíbles y mágicos lugares, pues desde esta atalaya, la visión es sagrada y a un sólo salto del cielo, te haces consciente de que aquí no acaba nada.
Los niños y niñas juguetean con las nubes y entre risas y juegos, ellas les regalan increíbles formas para adivinarlas. Cuando nos encontramos, están intentando adivinar una formación espectacular.
Nos gritan:
- ¿Nos podéis ayudar…?
Las nubes parecen reírse de nosotros, pues cada vez que intentamos concentrarnos en adivinar, ellas se mueven y lo cambian todo. Desistimos en el pícaro juego, mientras sentimos las risas de las nubes, de los niños y de las niñas.
- (Risas - Tània)
Capricornio, pese a su avanzada edad, consiguió alcanzar la cumbre, tal y como lo hicieron los demás. La ancianidad, se reflejaba en su rostro, que ajado y arrugado por el tiempo, le otorgaban no sólo fuerza sino también un alto grado de exigencia, tan propio de su esencia.
Los niños y niñas y todos nosotros, acompañamos a Capricornio, teniendo muy claro que lo conocemos muy bien. Su aire, ciertamente viril, hace que su mente se transparente ante los corazones que estamos ante él, deseosos de conocerle.
Los increíbles maullans hacen acto de presencia, rodeando a todos los presentes, mostrándoles su gran capacidad de amar. Sin más, comienzan a ronronear, acurrucados y felinos, como ahora su nueva esencia les permite mostrar. Entre ronroneos y maullidos, sus pelajes, nos confortan a todos los presentes. Ellos, se han convertido en bellísimos peluches, que de tan amorosos, son más que entrañables.
Tras esta muestra de cariño que los maullans nos muestran, los más pequeños están profundamente extrañados por el distanciamiento que el anciano marca con todos ellos. No están acostumbrados a esa frialdad. Es entonces cuando Capricornio al advertirlo les dice:
- Esta falta de empatía que sentís que tengo, es mi forma de ser, pues siempre llevo a la mente y analizo todo lo que mis ojos son capaces de ver. No quisiera asustaros por ello, porque como ahora os explicaré, mi Ser ha transformado todo aquello que en mi camino desvirtué.
Al ser el más anciano, viajo y viajo, conociendo el mundo y todo lo que en sus rincones se esconde para no perderme nada. Aprendí a curtir mi mente cada día, al caminar entre la ferocidad de los tiempos, observando atentamente como el entorno reaccionaba ante lo que yo le mostraba. Cuando siento al otro derretirse por el dolor de la vida, tiemblo de agonía, pues temo debilitarme con ellos, y eso es algo que no soy capaz de permitirme. Siempre tengo que estar atento, ágil y fuerte. Por algo soy el hombre.
- Capricornio, tengo una duda, ¿porque consideras que sentir intensamente es una debilidad…? - preguntó una preciosa niña, cuyo corazón era su máximo potencial.
Capricornio, miró en ese instante a su bella dama Cáncer, quien con toda su pasión y con un precioso brillo en sus ojos, asintió, haciéndole saber, que no se preocupara por lo que iba a delatar de sí y que tanto con ella tenía que ver. Todo el conflicto que había existido entre ellos, se había basado en el desconocimiento el uno del otro. Ahora, ya se conocían, y la sinceridad era el flujo que emanaban tras su complicidad, todos y cada uno de sus días.
- Tienes razón al evidenciar que sentir, en ningún caso es una debilidad, pero tengo que decirte que las circunstancias de la vida, te llevan a crear actitudes que sirven en su momento para ir mucho más allá. A ese lugar que la mente, en su condición de conocer siempre más y más, te invita a arriesgarte, alejándote de lo que ya conoces, para descubrir qué se oculta en otro lugar.
En muchas ocasiones, si me hubiera dejado atrapar por la emoción, me hubiera sido imposible liberarme de cosas que no portaban nada novedoso a mi familia, para su evolución.
Llevo en mí mismo un gran descubridor y un gran y portentoso talento, para crear algo que mejore cualquier realidad, que tenga que perecer y nacer de nuevo.
Capricornio, por un breve instante pareció emocionarse, pero rápidamente corrigió esa sensación de que podría desmoronarse, jamás se lo permitió. Y así entre esa lucha entre la mente y la emoción, continuó explicándose:
- A lo largo de los tiempos, he tenido que arriesgar mi vida, para dar de comer a mi familia, para que nunca faltara el sustento, para que todos y cada uno de ellos, tuvieran todo aquello que yo consideraba que necesitaban. Me encantaba tenerles contentos. Pero, tras esta vanidad, poco a poco y casi sin darme cuenta, cambié lo sentimental por lo material y profesional. Cada uno de mis días ejercí influencia sobre el entorno, al hacerles creer a todos que cuando mejor se vive es cuando crees haberlo conseguido todo. Les hice que creyeran que el éxito profesional, la abundancia económica y todo aquello que pudiera uno ambicionar, era lo que en verdad nutría la vida.
- Pero Capricornio, ¿cómo pudiste creer eso y además hacérselo creer a los otros…? ¿Por qué te creías tan poderoso…?
- Esa fue la mayor mentira de mí Ser, creer que aquello que yo creía era lo que necesitaban los otros. Oculto tras esa gran mentira, creé la necesidad de que todos los que se sentían inseguros, dependieran de mí, de mi gran capacidad para vivir con éxito la vida. Todo por pura ambición y búsqueda de admiración.
- ¿Ambición…? – le interrumpió de nuevo la niña que se contrariaba a cada explicación que Capricornio daba -. ¿Qué es eso de ambición…? ¿Era acaso esa tu profesión? ¿Esa que traía a tu vida tanto éxito?
Los mayores rieron ante la ocurrencia y claridad que aquella niña estaba trayendo ante la mirada atenta de Capricornio, que reprimió el deseo de abrazarla para no permitir que todos fueran testigos de cómo se emocionaba, ante alguien tan inocente e ingenuo.
- La ambición, no era mi profesión, pero sería una buena forma de ponerle nombre. La ambición es esa fuerza que te induce a querer alcanzar una posición mejor, un nivel o un estamento al que sólo unos pocos pueden llegar. El gran problema de ambicionar, es que cuando esa fuerza la diriges a un objetivo, con la intención de recibir de los otros, admiración, idolatría o algún tipo de adoración, esta fuerza se convierte en una forma más de poder sobre el otro, sobre aquel que no ha alcanzado como tú, ese nivel. Y aquí es cuando aparece, la perdición de mí Ser.
Me he dejado llevar frecuentemente por ello, por el deseo de ser idolatrado, incluso por el orgullo de haber sido endiosado, gracias a mi gran capacidad de ver y controlar, algo que no es un don de todos. Tanta ha sido mi ambición, que en ocasiones y sin escrúpulos, no he dudado en arrasar a quien ha intentado detener mi escalada.
Cáncer, visiblemente angustiada por la angustia que no era capaz de mostrar el padre, le tendió su mano. Entrelazaron sus dedos y todos pudieron sentir su increíble enamoramiento.
Sin dudarlo, la dama quiso decir algo:
- Es cierto que fui yo, quien más padecí su comportamiento, quien siempre le esperé, mientras se dedicaba a trepar por el mundo sin un instante de descanso ni placer. Le vi agotarse, le vi ajarse, le vi desesperarse. Le vi en todas esas frustraciones que le sobrevenían cada vez que no conseguía su meta. Es cierto que intentó comprar mi silencio, cubriéndome de joyas, de bienes y de muchos otros lujos. Todo, cosas banales y materiales que nunca alcanzaron mi Ser. En mi duelo, como sabéis, viví soñando que él me miraba, que algún día descubriría que yo también existía en su mundo, aunque me ignorara. Lo único que exigía mi Corazón, era que me brindara bellas odas, creadas desde la intensidad de nuestro amor, para saber que me amaba por quién era y no por quien aparentaba ser. Me harté de decirle cada día que lo amaba a él y no a sus bienes, ni a su capacidad de alcanzar lo inalcanzable, que quería un hogar, lleno de amor y humildad, antes que una casa llena de lujos y vacía de pasión.
Mientras Cáncer se explicaba, por fin Capricornio lloró. Derramó lágrimas por sentir lo que el Corazón de Ella, clamaba con toda la razón. Apretó con fuerza la mano que estrechaba de su dama, con la intención de que todo su Amor le invadiera directamente el Corazón. Y mirándola de frente, continuó:
- Se apoderó de mí tanto el deseo de éxito y ambición, que incluso fui capaz de olvidarme de nuestros hijos. Trabajé de forma inagotable. Crecieron abandonados por el sentir del padre. He de confesar que es lo que peor llevo. Lo considero imperdonable.
- ¿No jugabas nunca con ellos…? – inquirió la pequeña, que tenía una relación entrañable con su padre.
- Tengo que confesar que no, aunque duela, lo consideraba una tontería, creía que ellos ya se espabilarían. Trabajar se convirtió en la única motivación de mi vida. Mi cuerpo y mi alma se resentían, pero aún así, no era capaz de detener por mi mismo mi absurda vida. Tuvo que ser algo superior a mí quien frenara mi locura. Sólo había una cosa que me podría hacer reaccionar.
- ¿Y qué era eso tan mágico que te transformaría…?
- El fracaso. Sólo el fracaso constante iba a obligarme a mirar en otra dirección y un nuevo fracaso en otra, hasta que mi Ser diera con el pozo de su ambición y entonces, fue cuando supliqué quedarme ciego. Ciego para dejar de ver fuera y por fin mirar dentro. Así fue como di con Ella, quien en mi desesperación me permitió conocer, algo que durante eones se había escapado a mí control. Al creerme dios, no precisé de Él. Cuando le necesité, Ella me dijo, ahí está, nunca te abandonó, como tampoco lo hice yo.
Fue únicamente esta Verdad mayor la que me hizo reaccionar. Ese fue el mismo día en el que la humildad entró en mí. Así conocí al verdadero Padre. A ese mago que se esconde para sustentar la magia del existir. El Hogar del Padre me parecía por aquel entonces una falacia, pues en mi sentir creí que la magia era cosas de ellas, para nutrir sus debilidades. Cuando permití entrar al mago, mi Conciencia se tornó Crística y todo viró a un color que tendría que aprender a conocer. El poder y la exigencia murieron y sólo permití a la humildad, invadir mi mente con el fin de conocer esa Verdad inminente.
- ¿Cuál fue esa Verdad tan grande?
- Que sin Ella, sin su constancia y tesón, sin su capacidad de Amor, jamás me hubiera transformado, jamás hubiera de la cumbre bajado. Hubiera sido sólo la autodestrucción la fuerza que me hubiera alcanzado. Sé ahora que la vida sencilla, es el mayor de los tesoros y que la plenitud interior, es la mayor ambición. Mi Mente vaciada de todo, está en paz con mi Corazón. Subir la cúspide es para mí una tradición, pero ahora subo para encontrarme con Dios, a quien cada uno de mis días me entrego, pues son ellos Padre/Madre mis auténticos guías y el mayor de mis tesoros.
- Gracias Capricornio por ser tan sincero y sobre todo por haber transformado eso inferior que en nada ayudaba a tu familia. Te lo digo en nombre de todos los hijos e hijas que padecieron tu comportamiento.
Capricornio, esta vez no reprime sus sentimientos, se levanta y abraza a la dulce niña que está sacudiendo su Corazón. La levanta en brazos, dándole un pequeño beso, pese a que no se le agotaría nunca las ganas de mostrar que ahora sabía amar.
Al dejar a la pequeña en el suelo, ella sigue diciendo:
- La evolución nos afecta a todos y quiero que sepas, que en Hetram hemos disfrutado de ese Padre anhelado, y que gracias a tu transformación, tu verdadera forma de expresión, se ha materializado. Nuestros padres son los más maravillosos y amados seres. El Amor que existe entre nuestra Madre y nuestro Padre, es tan puro y verdadero que somos los Hijos quienes expresamos la Luz de la fusión de sus grandes Corazones. Por eso brillamos tanto. Ellos son los más grandes magos, nunca te olvides de eso.
Mientras la amorosa niña se explicaba, Capricornio, acoge entre sus brazos a un maullán, para acariciar su preciosa piel del color de la miel, que puede confundirse con el Sol, debido a que el pelaje está salpicado por infinitos destellos dorados. Entre caricia y caricia puede sentir como el maullán está siendo un reflejo de la libertad de su Mente. De cómo todos sus apegos se han esfumado y de cómo tras ello, el instinto y la fiereza está algo más que caducado. Los maullans son felinos, sumamente cariñosos. Son los félidos que habían mutado y sintetizado a los leones, tigres y leopardos, también a los pumas, jaguares y guepardos, así como todas las razas de gatos, alcanzando esta amorosa forma de expresión. Como peluches deseosos de dar Amor, se encargan de conducir siempre a la manada, como su naturaleza les demanda, pero ya no son ni huraños, ni desconfiados, ni tampoco se muestran agazapados, ni al acecho de nada, pues ya no sienten que tiene que ser ese su comportamiento. El motivo era que ya no existía la mente que los alimentaba. Fluyen cada día sin necesidad de controlar nada.
Uno de los maullans nos lava la cara con sus lamidos, nos está advirtiendo que es hora de descender de la mágica montaña en la que ya no existe siquiera el laberinto del alma, pues el amor que el Padre brinda ahora a la Madre, no tiene paredes, ni recovecos ni nada que pueda privarles de vivir sus sueños.
Alcanzamos el camino de piedras blancas que nos devolverá a nuestra casa. Y mientras descendemos, disfrutamos de todo aquello que la vida nos regala.
(pausa)
Agradecidos como nunca antes lo hemos estado por este especial día, advertimos que estamos llegando. Conscientes de la intensidad del día, con la claridad de nuestra Mente como vehículo de nuestro gran Ser y responsables de esta Verdad sobre el gran Amor que ha aprendido a tener la Mente por el Corazón.
Nos disponemos a volver.
Sin perturbar el silencio y la paz que lo invade todo, dejamos este mágico lugar…
Hemos alcanzado el valle, hemos aprendido a que la belleza no se encuentra fuera, que sólo es el juicio que la mente pone ante lo que ve, lo que nos predisponer a ser o no ser.
El maullán que nos acompaña, está entusiasmado por haberlo descubierto, eso significa que nuestra Mente ya no tiene miedo. Antes de partir, descubrimos de nuevo a nuestra berlania que tan amorosa como siempre insiste en mandarnos miles de besos…
Nos quedamos observando esa sonrisa tan especial, la de nuestra berlania y la de nuestro maullán. Ellos encumbran la paz de nuestro interior y esa es la paz que nos vamos a llevar cada día a nuestro Corazón…
Y poco a poco, sentimos como regresamos…
El vórtice de luz aparece de nuevo ante nosotros…
Sentimos su mágica atracción y nos sumergimos en su interior…
Entramos de nuevo en el más profundo silencio y poco a poco, de vuelta a nuestro Corazón Sagrado, sentimos como la burbuja de conciencia, se eleva y nos conecta con nuestro cuerpo de nuevo…
Sentimos las extremidades, el tronco y la cabeza y lentamente podemos ir abriendo los ojos…
Feliz Luna Llena a Todos…
Introducción a la Luna Llena en Sagitario. Serie: Transformación Arquetípica
Hablar de Sagitario es hablar de lo mucho que le encanta, eso, hablar y hablar, la mayoría de veces, para no decir nada, pues es tanto su afán por dar a conocer todo lo que sabe, que le cuesta no dar explicaciones por todo, con los más mínimos detalles. Cuando Sagitario habla, el resto ya duerme, pues sabe que hay para rato. Este pequeño chiste sobre la fuerza sagitariana, quizás es exagerado, pero es una forma didáctica de poner en evidencia cual es el talismán de esta Constelación, la que está ligada a la Sabiduría de lo Superior, es por ello que se la relaciona con otros mundo, culturas, religiones y razas, pues está en su esencia el deseo de conocer mucho más allá de lo que ve. Sabe que tras las fronteras que delimitan el mundo en el que se expresa, existen otros muchos mundos por descubrir y eso es lo que desea, saber mucho más. A veces, puede acarrear consigo una gran falta de humildad. Si considera que es docto de todo un poco, puede convertirse en alguien con mucho temor a que lo saquen de aquello que sabe y le da seguridad, para llevarlo a algo que no sabe, que no sabe. En definitiva para que Sagitario se conecte con la humildad, tiene que estar convencido de la bonita frase, “sólo sé que no sé nada”. No es hasta que alcanza esta sabiduría, cuando las puertas de la supraconsciencia se le abren de par en par para permitirle acceder a la verdad que va más allá de sus ojos. En ese instante lanza su mirada hacia el objetivo y sin siquiera reparar en el camino, ancla su voluntad en la finalidad de su próximo objetivo. Cuando el objetivo es alcanzado, lo vive, lo siente, lo analiza, lo traduce, lo discrimina y así sigue con otro. Sus objetivos son primordiales para sustentar la fuerza que hace de su deseo de sabiduría, que la vida sea infinita, eso en realidad le motiva, pues no soportaría que sus objetivos se acabaran y todo quedara reducido a la nada. A través de moverse en el conocimiento, siempre encontraremos un Sagitario con habilidades de maestro, esta es su gran cualidad, mientras su complementario Géminis, no cesa en volcarse en aprender - y eso es lo que a Sagitario le ensaña para que no se crea que lo sabe todo -, Sagitario se vuelca en enseñar. Pero la vida jamás le permitirá ser maestro si antes no ha sido un buen alumno. Es su potencial tan sumamente mental, que muchas veces se le tiene que hacer bajar de ese lugar en el que se queda embelesado buscando algo que no se le puede escapar. Al tener una naturaleza de fuego, muchas veces se siente incapaz de desistir en sus prioridades esenciales, y busca al agua con su emoción, para que apague de una vez los rescoldos inagotables de su voluntad de Ser, para poder dar algo por finalizado, antes de dejarse toda la piel. Mayoritariamente Sagitario brinda a los demás el lujo de sus más acertadas conexiones espirituales, pues desde Géminis se conecta y desde Sagitario se lee y traduce, y eso es algo que han adquirido a través de eones de formar un vínculo conjunto que los deriva a ser un exponente de las Bibliotecas de la Sabiduría Universal, pues gracias a estas energías, la Conciencia Colectiva guarda en el núcleo del Universo todo lo acaecido y todo lo que acaecerá. Sagitario es la verdadera fuente de la que emana lo más fidedigno a la Verdad, es por ello por lo que sin humildad, no puede acceder a su fuerza esencial, pues como decíamos se convertiría en un soberbio. En la actualidad el Poder Religioso es el abanderado de las fuerzas disarmónicas de Sagitario, pues son quienes han creído que disponen de la verdad, dilapidando las creencias y los sentimientos de los demás, para imponer unos que han inventado y que no tienen absolutamente nada de Sagrado. Pues cuando Sagitario se vuelve sabio, sabe que la Verdad está en el Corazón de cada entidad y que todas y cada una tienen la libertad de saber y creer desde su propia experiencia y forma de ser. El problema para esas fuerzas opuestas, es que tras esa sabiduría se esconde la pérdida de su poder impositor y eso no lo pueden soportar. Un excelente Sagitario, es ciertamente tierno, sensible a todo tipo de experiencias, respeta y admira todas las culturas, razas y creencias, la humildad de su Corazón se traduce en un armónico silencio, que le permite al Ser, sentir sus más profundos anhelos. Cuando Sagitario entra en el silencio, todo se transforma, sólo entonces la Verdad puede penetrar en el vehículo que le mostrará como manifestar eso que la llama de su Corazón desea alcanzar.
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